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Un grupo de curiosos en torno al automóvil accidentado en las proximidades de Salamanca. RC
El accidente de Franco que pudo cambiar la Historia de España

El accidente de Franco que pudo cambiar la Historia de España

Tal día como ayer ·

Un año antes de la Guerra Civil, Franco y su mujer resultaron ilesos al volcar el coche en el que viajaban tras chocar con dos ciclistas. Uno de ellos murió y el suceso se silenció

alberto ferreras

Madrid

Viernes, 24 de agosto 2018, 00:50

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En agosto de 1935, un suceso que pasó casi desapercibido pudo haber cambiado el rumbo de los acontecimientos que se iban a precipitar en España un año después. Aquel verano, el entonces jefe del Estado Mayor Central del Ejército salió ileso de un accidente de tráfico. De ello quedó constancia en algunos telegramas oficiales y en una columna publicada en prensa. Después, nada. Se trataba del general Francisco Franco y su esposa, Carmen Polo. Aquellos telegramas narran el incidente con los formalismos propios de la época. Era jueves. El matrimonio había emprendido a primera hora viaje a Asturias por carretera, «aprovechando la ausencia del ministro de la Guerra y a fin de proporcionarse breve descanso, después de tres meses de intensa labor al frente del Estado Mayor Central». El vehículo era conducido por un mecánico sargento de Ingenieros, al que acompañaba su ayudante.

A media tarde, llegaron a Madrid noticias de que el automóvil había sufrido un «grave» percance cerca de Salamanca. Los hechos ocurrieron de la siguiente manera, según la prensa de aquel viernes 23 de agosto. Al parecer, a las doce y media de la mañana, al llegar al lugar conocido como Cabezuelas (término de Pelabravo), entre Calvarrasa y Santa Marta, el vehículo «se encontró con dos ciclistas que iban en dirección contraria, cuyos nombres son Agustín Ricardo Curto Pérez, de 24 años, y Matías Martín Cornejo, de 26, ambos obreros del campo, que se dirigían a buscar trabajo».

A partir de aquí, la descripción del accidente comienza a tomar un cariz novelesco, en el que, sutilmente, la responsabilidad de lo sucedido va recayendo en una de las partes implicadas. Lean: «Seguramente aturdidos ante las señales dadas por el coche, se metieron encima, resultando atropellados. El primero (de los ciclistas) quedó muerto en el acto, y el segundo muy grave. El chófer dio tan enorme patinazo que se atravesó el automóvil en la carretera, de la cual se salió y quedó volcado con las ruedas hacia arriba, por lo que tuvieron que salir sus ocupantes por las ventanillas». El general, prosigue el artículo, «resultó milagrosamente ileso. Su esposa y el chófer, con heridas de poca importancia. Inmediatamente acudieron a prestar auxilio numerosas personas». Se especificaba después que «al lugar acudió el Juzgado que instruye diligencias, ordenando el traslado del cadáver del obrero al Depósito de Calvarrasa».

El final del texto publicado da cuenta de cómo se atendió a los heridos. Supuestamente, la fortuna hizo que «el gobernador de Ávila, que casualmente pasaba por el lugar del suceso», recogiera a los heridos y los trasladara a esa ciudad, donde fueron atendidos en la Casa de Socorro. El artículo precisa que «la señora del general Franco sufre una herida contusa en el parietal izquierdo. Una vez curada, fue trasladada a un céntrico hotel. El obrero Matías Martín tiene heridas de importancia en diferentes partes del cuerpo, habiendo sido trasladado después de curado al Hospital provincial». Por descontado, y en vista de quién viajaba en el vehículo, «al conocerse la noticia en Salamanca, las autoridades y numerosas personas han acudido a saludar al general Franco».

Aquella información, sin embargo, no dejó constancia de que un médico salmantino, Filiberto Villalobos, que además era ministro de Instrucción Pública de la República, se personó en el Gran Hotel de Salamanca para echar una mano en terrenos de salud y en lo referente al proceso judicial abierto con el fin de determinar la responsabilidad del accidente y las indemnizaciones posteriores. Según Luis Santos Gutiérrez en su libro 'De todo lo visible e invisible', Villalobos consiguió que el suceso pasara desapercibido para los periódicos locales, que se eximiera de culpa al conductor del vehículo oficial y que al ciclista superviviente le consiguieran un puesto de trabajo fijo en Pelabravo, donde residía su familia. El resto ya es Historia.

1942. Empieza la batalla de Stalingrado

Adolf Hitler comienza a cavar su tumba cuando ordena a su Sexto Ejército tomar Stalingrado. La resistencia que encontró por parte de los soldados soviéticos fue feroz y en noviembre las fuerzas alemanas quedaron cercadas y condenadas a la derrota. La batalla culminó el 2 de febrero de 1943 con la rendición del mariscal Friedrich von Paulus. El Tercer Reich perdió 750.000 hombres y el Ejército Rojo, casi 500.000.

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