Borrar
La pava.
¿Qué hay de cierto en las Caras de Bélmez? 10 mitos y 4 verdades

¿Qué hay de cierto en las Caras de Bélmez? 10 mitos y 4 verdades

El escritor vasco afincado en Málaga, Juanma Alonso, desvela en un libro las grandes premisas que se han dado como válidas durante 45 años, llevando a este 'misterio' a ser el fenómeno paranormal de la historia de España

Iván Gelibter

Domingo, 23 de octubre 2016, 00:21

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

El 23 de agosto de 1971, en un pequeño pueblo de la provincia de Jaén, Bélmez de la Moraleda, dio comienzo uno de los misterios más longevos de la historia reciente España. El fenómeno de las Caras de Bélmez, protagonizado por una mujer, María Gómez Cámara, y una caras que aparecen y desaparecen en el suelo, ha sido objeto de 'estudio' por parte de toda clase de expertos en lo parapsicológico. Independientemente de lo atractivo que puede resultar dicho fenómeno en términos sociológicos, las Caras de Bélmez han mantenido su fuerza a lo largo de 45 años debido, en gran medida, a ciertas premisas que se han dado como válidas (algunas de ellas con programas como Cuarto Milenio); unos mitos que no son tales, y que el escritor vasco afincado en Málaga, Juanma Alonso, ha intentado destapar en su libro: 'Las Caras de Bélmez: fantasmas o fantasmadas'.

1- El origen del fenómeno.

De la primera cara no hay ni una foto: En algún momento del verano de 1971 surgió en el suelo de la cocina de María Gómez Cámara una mancha curiosa, tal vez una combinación de las manchas de humedad que pueblan el suelo de esa cocina y sustancias propias de la cocina. Según varios testigos relatados por Juanma Alonso, esta mujer, lejos de estar aterrada como cuenta la historia oficial, estaba encantada con la simpática mancha que asemejaba a una cara, y de hecho invitaba a las vecinas a que viniesen a verla. Su hijo Miguel, el que ahora enseña la vivienda, harto de tener la cocina llena de gente, raspó la superficie del suelo y lo volvió a alisar con un poco de cemento. Fue entonces cuando surgió la conocida Pava, un rostro de apariencia humana. Inicialmente se dijo que era un milagro y que la cara era la faz de Cristo. Medio año más tarde llegarían los parapsicólogos y la entrada en escena la versión de los fantasmas. Una tercera teoría es que la Pava la pintó alguien con ciertas dotes pictóricas (en el pueblo había un joven pintor) por indicación de María, para gastar una broma a su hijo Miguel y así vengarse por haberle estropeado su bonita cara que era la admiración de todo el pueblo. El pintor, Jesús Rodríguez de la Torre, reside desde hace años en Alemania. Hace años, al ser preguntado por si pintó la primera de las caras, respondió: "Se dicen tantas cosas". Una de sus obras, 'Signos', resulta 'reveladora'.

2- El mito de que no hubo beneficio económico para la familia.

Sí que existió: Los defensores de la paranormalidad del fenómeno, y así se ha trasladado al imaginario, defienden que la familia no ganó dinero con las Caras de Bélmez. Juanma Alonso, tras haber hablado con testigos y con el fotógrafo de las caras, hizo un estimación del reporte económico. Entre la entrada que se cobraba a los curiosos y la venta de fotografías, la familia Pereira Gómez pudo obtener en los últimos meses de 1971 y en los primeros de 1972 alrededor de medio millón de pesetas (3.000 euros). Teniendo en cuenta que un trabajador de alguna de las varias industrias que funcionaban en Bélmez en aquel tiempo cobraba 3.500 pesetas al mes (algo más de 21 euros), las ganancias no fueron en absoluto insignificantes. Pasado el tirón de los turistas, cuando el fenómeno estaba en horas bajas, los ingresos empezaron a llegar por medio de las radios y las televisiones que de vez en cuando se acercaban por el lugar. El propio Iker Jiménez escribió un artículo en la revista Enigmas en 2001, criticando que la familia Pereira cobrase "600.000 pelas (3.600 euros) por cada reportaje que se grababa en la casa de las Caras. Sin embargo, el mismo Iker Jiménez tachó de necio en 2014 al que afirmase que debajo de las caras de Bélmez había una motivación económica.

3- Las psicofonías.

Los fantasmas le hablan al parapsicólogo: En Febrero de 1971 llega a Bélmez el parapsicólogo Germán de Argumosa. Afirmó venir comisionado por el Gobernador Civil para averiguar lo que había debajo de las caras, lo que un propio informe previo de Argumosa desmiente. Llevaba algunos meses intentando introducir en España la técnica de la psicofonía, supuestas voces de ultratumba grabadas en cintas magnetofónicas. Grabó en una psicofonía (nunca publicada) que los fantasmas le llamaban por su nombre y le tuteaban: Germán, pica patio, levanta cemento.

4- El supuesto precinto notarial de la casa.

En el verano del 73, cuando el fenómeno había perdido su fuelle, Argumosa puso sobre el tapete una indudable innovación: afirmó que iba a precintar, en presencia de un notario, la cocina de la casa de María Gómez Cámara. De esta manera, siendo indudable que ningún ser humano entraba en la cocina, cualquier variación en las caras sería obra de una fuerza desconocida, pero Argumosa hizo trampa. Ciertamente un notario certificó que Argumosa ponía los precintos, y que pasados unos meses (el periodo comprendido entre el 23 de julio y el 12 de septiembre de 1.973), los sellos permanecían, a su juicio, incólumes. El truco consistía en que el sello no era propiedad del notario, sino del propio Argumosa, con lo que la prueba carece de cualquier validez.

5- ¿Quiénes son los de las caras?

Con el fenómeno prácticamente sumido en el olvido, las Caras de Bélmez vuelven a ser noticia de la mano de Ricard Bru: éste asegura haber descubierto que las caras representarían a familiares de María muertos durante la guerra civil. El parecido entre la Pava y el guardia civil Miguel Chamorro, cuñado de María Gómez Cámara fallecido en 1936, se logra, según Juanma Alonso, trucando la foto del miembro de la benemérita, incrustándole unos mostachos y doblándole la boca en una inverosímil mueca. Iker Jiménez adopta la teoría con entusiasmo y, en compañía de su entonces amigo Luis Mariano Fernández escribe Tumbas sin Nombre, libro en el que aparecerían pruebas obtenidas con los métodos de investigación de la olicía científica británica, que demostrarían que el parecido entre las teleplastias y varios familiares de María fallecidos en la Guerra Civil serían inexplicables, aunque en realidad la 'culpa' sería del Photoshop.

6- El mito de que la ciencia no ha determinado su origen...

O quizá no lo haya estudiado: Es habitual escuchar que la ciencia no ha conseguido encontrar una explicación a las Caras de Bélmez. La realidad es que la ciencia no le ha buscado nunca una explicación. Distintas personas y con distintos intereses han encargado a organismos variados diversas analíticas de partes de las caras, lo que no significa que la ciencia se interesa por el tema, sino que alguien ha pagado los servicios de una serie de laboratorios. Según Alonso, lo más parecido a un análisis científico de una cara de Bélmez supuso el análisis de la cara conocida como el Pelao, en la Universidad Politécnica de Valencia en 1975. Allí determinaron que el contorno del señor calvo era una microdepresión creada por la huella de un zapato del 39, al pisar sobre un cemento no totalmente fraguado. Sin embargo, la clave están en que la familia Pereira Gómez se negó (y se sigue negando) a que se analice la Pava, la primera de ellas y que según la teoría escéptica fue pintada por alguien con ciertos conocimientos de pintura usando algún tipo de material seguramente casero para plasmar sus rasgos. Actualmente está detrás de un cristal, en la propia casa.

7- La 'Operación Tridente'.

Un franquismo demasiado 'light': Uno de los capítulos famosos de la Caras de Bélmez es el la llamada 'Operación Tridente', según la cual el franquismo, preocupadísimo por lo que sucedía en Jaén, habría usado a la prensa del Movimiento, a la burocracia franquista y a la poderosa Iglesia católica para silenciar las Caras. Para Alonso, el argumento es, en sí, una demostración de su propia inverosimilitud. Si el franquismo hubiese tenido un interés real en que dejasen de salir caras de Bélmez, las caras se habrían acabado sin ningún género de duda: la casa habría sido requisada y clausurada. Y fin de la historia.

8- Las Caras de Bélmez cambian...

O si no se raspan: Otro argumento que pretendería apuntalar la tesis paranormal sería que las caras de Bélmez, no sólo surgen y desaparecen de manera inexplicable, sino que algunas de ellas han ido variando a lo largo del tiempo, como el vómito misterioso que fue surgiendo poco a poco de la boca de la Pava. El vómito de la Pava (que inicialmente se consideró perilla) tiene una explicación muy poco paranormal. Inexistente en un principio, y según testigos de la época, un día un curioso visitante raspó esa zona con un llavero, para comprobar si había algún tipo de pintura. Después taparon la zona raspada con nuevo cemento, que quedó de un color diferente.

9- Las Caras de Bélmez 2.0.

Tras la muerte de María Gómez Cámara en 2004, sus herederos cerraron la casa a cal y canto y la pusieron en venta. Viendo que en la clausurada casa no venía nadie a verlas, parece que las caras de Bélmez optaron por aparecerse en otra vivienda, cercana a la original. Lo curioso del tema es que Iker Jiménez consideró aquellas nuevas teleplastias auténticas, en un anexo de 47 páginas titulado 'Informe Resurrección' aparecido en las ediciones de Tumbas sin Nombre posteriores a la muerte de María. Sin embargo, el mismo Iker Jiménez, en el programa de Cuarto Milenio de 2014 considera las nuevas caras como intoxicación y burda copia.

10- Y si todo fuera mentira...

Siempre quedará el fraude inducido: Germán de Argumosa debió sospechar del origen absolutamente nada paranormal de las caras, y temió que si se descubría el fraude de María y su familia, caería en picado su credibilidad. Por lo tanto se las ingenió para dotarse de un curioso seguro: en el último párrafo del informe que le hizo al Gobernador Civil escribió, literalmente, "no puede descartarse de manera absoluta el fraude por inducción paranormal, dado el ambiente detectado, aunque este supuesto repetimos- sea sumamente improbable".

Pese a que todos estos mitos tomados como ciertos se demuestran como poco veraces, hay otros cuatro puntos que sí podrían jugar a favor de la teoría espiritista:

1- No comenzó como negocio.

Se suele decir que Bélmez fue, desde un principio, un fraude creado con la intención de hacer negocio. La aparición de la Pava parece ser fruto de una pequeña venganza familiar y no fue hasta pasados varios días cuando, ante la inusitada avalancha de público, surgió la idea de cobrar la entrada a los curiosos y sacarse unas pesetillas. Y esta idea no provino de la familia Pereira, sino de un amigo, Esteban Cano. Por lo tanto los ingresos vinieron muy pronto, pero de ninguna manera era lo que se buscaba en un principio.

2- Las sales de plata.

Una mentira de los escépticos: Una mácula en el expediente escéptico es, sin lugar a dudas, el de las sales de plata. A finales de febrero del 71, el diario Pueblo (que era el que más fuelle había dado a la teoría paranormal) aportó ciertas analíticas que demostrarían que las caras se habían hecho usando sales de plata. Otro diario de la época, el Alcázar, se unió a la teoría, si bien tiene una serie de evidentes puntos débiles: no hay ninguna garantía de quién hizo la prueba y en base a qué muestras, la prueba se usa como indicio de la participación en el fraude del fotógrafo del pueblo (que en absoluto estuvo implicado en el mismo y no era sino un simple aficionado, sin el equipo ni los conocimientos necesarios para tal montaje) y, sobre todo, es absolutamente insostenible el móvil.

3- Algunas parecen caras, otras son caras.

Otro punto bastante absurdo es el de considerar las caras de Bélmez una simple paraidolia, que se trata de un fenómeno psicológico por el cual un estímulo vago y aleatorio (por lo general una imagen) es percibido erróneamente como una forma predecible. Es indudable que algunas Caras de Bélmez (sobre todo algunas de las que se exhiben actualmente) se tratan de simples casos de paraidolia, esto es, tres manchas a las que con imaginación y voluntad, se equiparan a una cara. Sin embargo, tratar de paraidolia algunas de las caras de Bélmez tan inconfundibles como el Pelao es negar la evidencia.

4- El desconocimiento de la técnica.

Finalmente, hay que reconocer que el único punto sobre el que reposa una sombra de misterio es el de la técnica. Alonso cita al escéptico valenciano Francisco Mañez, que le mostró que la simple adición de humedad en el cemento puede crear formas. La única duda es por qué algunas de esas imágenes han durado días, otras meses, y otras años. Ha habido cientos de Caras de Bélmez, pero hoy por hoy sólo perduran dos (además de la Pava). La siempre llamada 'guapa', ahora rebautizada como 'dama de blanco' bien podría ser una simple paraidolia, una mancha entre otras muchas que, mirada con mucha benevolencia, podría asemejar un rostro de una mujer con su melena. Sin embargo los rasgos del Pelao, enmarcados en la pisada de zapato que da forma a su cara, ahí siguen. ¿Alguien la retoca de vez en cuando, añadiendo simplemente unas gotitas de agua que ningún análisis podrá detectar? ¿Se hizo la leve pisada en una zona donde, caprichos de la casualidad, existían de antemano dichas manchas en un cemento no totalmente fraguado?, se pregunta Alonso. Aquí sigue el misterio.

Juanma Alonso es autor del libro 'Las Caras de Bélmez; fantasmas o fantasmadas'. El libro se puede adquirir en la librería Proteo o en la web http://equiposusto.com/libros/

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios