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Lo de Paco y Juan Carlos es una historia de amor. Una historia de vida. En realidad, dos. Dos vidas marcadas por la represión, la clandestinidad y el ocultamiento que tuvieron que soportar por el hecho de ser homosexuales. Aunque de manera diferente. Mientras Paco, de 76 años, optó por hacer su vida con otro hombre de puertas para adentro, Juan Carlos, de 72 años, decidió casarse con una mujer y esconder su verdadera orientación sexual a su familia. Tanto es así, que sus tres hijos y el resto de familiares se enteraron de este dato cuando el andaluz apareció en el programa de Juan y Medio para conocer a Paco.
A pesar de estar separado desde hace más de 40 años, Juan Carlos nunca había sido capaz de tener una conversación con su familia sobre su homosexualidad. «Es muy duro. Ha tenido mucha fuerza. Era gay también, pero eran otros años y muchos se han tenido que casar por distintos motivos», explica Paco, consciente de esta situación desde sus primeras conversaciones con su pareja, al que siempre recomendaba hablar con ellos antes del programa. «Él intentó hablar, pero no podía decirles nada. Yo se lo decía, pero no podía. Luego, su hija le dijo que lo importante era que él fuera feliz, que adelante y que hay que vivir», asegura Paco.
Por su parte, Paco se decidió a ir a 'La tarde, aquí y ahora', el programa de Canal Sur presentado por Juan y Medio en el que las personas mayores buscan pareja, tras llevar cuatro meses viudo. En esa primera aparición, el de Aznalcóllar (Sevilla) explicó su nueva situación y quería encontrar un compañero para esta etapa. El formato le ofreció una lista con los números de teléfono de los hombres que se habían interesado por él. Entre ellos, Juan Carlos. El que conquistó su corazón. Tras un mes de espera y con llamadas telefónicas diarias, los andaluces volvieron a la televisión para conocerse en diciembre. Ahora, a finales de enero, ya viven juntos en el pueblo sevillano.
«No nos esperábamos que esto hubiese sido como ha sido», confiesa Paco, en una conversación con SUR, sobre la nueva etapa que están viviendo: una compañía mutua que ha despertado el interés de los medios de comunicación y que los ha llevado hasta Madrid y otros puntos de la geografía española para aparecer en distintos programas de televisión y realizar entrevistas. «Nos han llamado hasta de una óptica y de un sitio de audífonos de Sevilla para hacernos una entrevista», cuenta con asombro.
Entre otras cosas, Paco no se esperaba «esto» por la dura vida que ha tenido. El sevillano huyó de su pueblo para irse a la capital a trabajar. Para buscar una libertad que no tenía en los tiempos de Franco, en los tiempos en los que la homosexualidad estaba penada. «En mi pueblo no podía decir nada. Éramos diez hermanos y querían que hiciera lo mismo que ellos y yo no podía. Hasta que me marché a Madrid a trabajar. Cuando llegué allí, empecé a ser yo. No podía mucho porque tenía un hermano allí y le dije a mis padres que me iba con él», relata sobre sus vivencias en el año 1965.
Más tarde, cuando su hermano se fue a vivir a Alemania, ya no tenía que «dar explicaciones». Aunque sí sufrió la homofobia del régimen franquista. «Me metían en un furgón por ir paseando por la calle. Me detuvieron muchas veces sin hacer nada extraño. Una vez me dieron con la culata en la boca y, como iba esposado, no podía limpiarme ni nada. Me dijeron que era la oveja negra de mi familia», relata emocionado. En el ámbito laboral, cuando ya estaba con su pareja, tenían que decir que eran primos o hermanos de distintos padres. «No podíamos demostrar que éramos gays. Siempre he estado reprimido, pero no porque quisiera», narra.
Paco, que estuvo con su marido 48 años, confiesa que no podía más con la soledad. Motivo por el que se decantó a ir al programa de Juan y Medio. «No podía estar en mi casa. Estaba muy triste y muy mal. Él era mi pies y mis manos. Me tenía muy protegido. Lo veía por todos sitios», afirma. Ahora, ha recuperado la ilusión junto a Juan Carlos, con el que ya convive en su piso de Aznalcóllar, un pueblo que se ha volcado con su vecino. «Estamos muy agusto. Es una persona que te relaja mucho. Aunque somos la noche y el día», confiesa Paco.
La soledad no deseada, esa de la que huye Paco, es un problema para las personas mayores y, en especial, para las que pertenecen al colectivo LGTBI. «Armarizadas e invisibilizadas a lo largo de su vida, se enfrentan a nuevos armarios y a violencias y discriminaciones sociales e institucionales ante la falta de políticas públicas que recojan la diversidad como parte fundamental en la provisión de recursos para nuestra población mayor», se indica en el informe 'Mayores LGTBI. Historia, lucha y memoria', elaborado por la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Trans, Bisexuales, Intersexuales y más (FELGTBI+).
Federico Armenteros, presidente de la Fundación 26 de Diciembre, es un conocedor de esta situación. Esta asociación es un espacio para las personas mayores LGTBI. Un espacio donde relacionarse, donde se cuida de ellos y se trabaja para su inclusión. «Hemos sido construidos en la soledad. No éramos aceptados. Estábamos en una sociedad en la que éramos invertidos. No podías ser cómo eras. Tenías que esconderte. Todo eso te hace ser aislado. Se te ha aislado de tu familia, estábamos dentro de una sociedad en la que tener un hijo vicioso, enfermo, pecador… no era nada agradable. Nos decían 'eres tan malo que no te vas a casar nunca', 'te vas a quedar solo'», sostiene.
Unas palabras que reafirman los datos del estudio, que señala que un 30% de las personas mayores de 55 años LGTBI se enfrentan a los síntomas de la depresión y la ansiedad. Un dato que triplica los de la población general. Además, un 39% ha tenido pensamientos suicidas. «La soledad no deseada tiene la consecuencia de una enfermedad mental: estamos muy expuestos a las depresiones, al aislamiento y al suicidio. Puede llegar un momento en el que no aguantes más y pienses que este no es tu sitio. Es un sufrimiento muy grande» recalca el presidente de la Fundación.
Conscientes de estos problemas para los mayores LGTBI, desde la Fundación 26 de Diciembre reclaman políticas y recursos para atajar esta situación de soledad no deseada. Además, trabajan para abrir la primera residencia LGTBI de España. «Eso cambiará el paradigma en toda la situación de la sociedad, el saber que hay espacios. La diversidad se tiene que ver, los colores están para verlos. Esa es la cuestión, seguir trabajando con protección y cuidados a las personas más vulnerables», remarca.
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