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El Rey de España, Felipe de Borbón, siendo príncipe, conoció el Jueves Santo malagueño en su visita a la ciudad del 4 de abril de 1996. Su alteza vivió algunos de los momentos más populares de la jornada, entre otros, el de la salida del Santísimo Cristo de la Buena Muerte y Ánimas. El hijo del entonces Rey Juan Carlos quedó impresionado por los solares y las casas derruidas que vio del Perchel, pero sobrecogido por el ambiente y la expectación en torno a la imagen de los titulares y el cortejo de la cofradía.
Recibido por el entonces hermano mayor de la Congregación de Mena, Álvaro Mendiola, el heredero de la corona se dirigió hacia el 'tinglao' desde donde salían los tronos, en plena explanada de Santo Domingo. Ante la imagen del Crucificado, el historiador y secretario general de la cofradía, Elías de Mateo, explicó a don Felipe las características de las imágenes de los tronos. Seguidamente, el príncipe dió los primeros toques de campana del trono del Cristo de Mena, antes de que sonase el himno nacional y la imagen de Francisco Palma Burgos iniciara su salida procesional por las calles de la ciudad.
Entre las cuestiones que el heredero de la corona les planteó a los hermanos de la cofradía, estaba la curiosidad de conocer la forma en que se llevaban los tronos y el peso de cada uno de ellos.
Las inmediaciones de la parroquia de Santo Domingo se encontraban completamente abarrotadas de público, que no dejaba de aplaudir al hijo del monarca, quien estuvo acompañado en todo momento durante su breve estancia en la capital de la Costa del Sol por la entonces alcaldesa de Málaga, Celia Villalobos, y el gobernador civil, Ángel Fernández Lupión.
Mientras sonaban los acordes del primer 'Novio de la Muerte' de la jornada, el príncipe abandonó la zona para continuar con su visita a otras hermandades. Así, visitó la Cofradía de la Misericordia, donde dio los primeros toques de campana del trono del Cristo, y conoció los tronos de la Archicofradía de la Esperanza.
La procesión de Mena discurrió ese año con normalidad en un Jueves Santo apoteósico con miles de personas en las calles, ávidas de procesiones, y en el que La Legión, según informó diario SUR, «volvió a levantar pasiones» en un ambiente completamente volcado con la corporación. «Cada vez que los legionarios cantaban 'El Novio de la Muerte', la gente vibraba en las aceras y rompía a aplaudir. Se escucharon varios vivas a La Legión, cuerpo militar que se encuentra estrechamente vinculado a Mena y que su tradicional presencia en la noche del Jueves Santo forma parte consustancial de la Semana Santa de Málaga».
La alcaldesa de Málaga, hermana de la corporación, ejerció de mayordomo del trono del Cristo cuando éste pasó por la tribuna oficial.
En la sección de la Virgen de la Soledad salió la bandera pontificia que fue portada por un oficial de la Armada, y escoltada por diez guardiamarinas de la Escuela Naval de Marín. La imagen fue acompañada por la banda de música del Tercio Sur de la Armada, una sección de Infantería de Marina y otra de Marinería. El trono estrenó las bambalinas y las morilleras en una noche sin incidencias.
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