La impronta de los seguidores de Don Bosco
El imponente grupo escultórico del Cristo de las Penas no cruzará el dintel de la Catedral para hacer estación de penitencia
La tarde se ha teñido de negro; pies descalzos horadan las vetustas calles de la ciudad; el asfalto se impregna de la cera color tiniebla ... ; y la Catedral aguarda para acoger en su seno a los seguidores de Don Bosco. El único trono con el que procesiona la Hermandad de Salesianos enfila la rampa que conduce a la puerta del Postigo de los Abades para entrar en el primer templo de la diócesis y cumplir así lo que marcan sus estatutos.
Son momentos de gran recogimiento, donde el imponente grupo escultórico del Cristo de las Penas se funde con el barroco de las naves catedralicias bajo los sonidos de la palabra sagrada y la oración.
Sobriedad y austeridad definen el carácter de la hermandad capuchinera. Desde el árbol de la Cruz, el Santo Cristo de las Penas gira su mirada hacia los serenos ojos de María Santísima del Auxilio para representar el pasaje bíblico en el que Jesús entrega a su Madre al discípulo amado, Juan. Habrá que aguardar un año para que puedan estrenarse las 60 túnicas de portadores y los 20 equipos de nazareno y para poder ver salir desde su casa hermandad al imponente grupo escultórico.
David Martín, hermano mayor Salesianos
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