Día 5. Gotas de agua que eran lágrimas
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La mañana comenzó con el cuerpo del Cristo de la Buena Muerte lleno de lágrimas que en realidad eran gotas de agua. La lluvia amaneció pronto pero no pudo impedir la ilusión y las ganas de los malagueños por su Jueves Santo, sobre todo tras un Miércoles Santo cargado de extrañas sensaciones por lo que no pocos consideran un precipitado error de muchas las cofradías que nos privaron de un gran día de procesiones. Este nuevo recorrido, si tiene algo bueno, es que permite muchas variaciones sobre lo previsto cuando una cofradía está en la calle. Puede que más de uno y de dos se precipitaran en una determinación que, sin duda, es muy difícil de tomar, pero más difícil de comprender si cuando se adopta encima no llueve... Y durante muchas horas no llovió. Pero ya es agua pasada, que no mueve molinos, pero como la cosa está tan 'movida' en esta Semana Santa, llueve sobre mojado.
Amaneció triste el jueves. No sólo faltaba el sol, sino también Manolo. Alcántara descansaba en la casa de todos los malagueños, el Ayuntamiento, y en Mena su oración a su Cristo rompió las emociones cuando fue leída en voz alta ante el silencio de las miles de personas que veían uno de los grandes aconteceres de la Semana Santa malagueña. Corría el Jueves Santo de 1981 cuando Radio Nacional decidió retransmitir las procesiones de Málaga a toda España. Alejo García, otro gran malagueño, gran cofrade, fue el elegido para hacerlo, y le pidió a Manuel Alcántara que hiciera una oración para recitarla al paso del Cristo de la Buena Muerte, «al que hay que pedirle una muerte buena», y a Francisco Fernández Verni, a la sazón hermano mayor, que organizara todo el 'atrezzo', lo que se ejecutó desde un balcón de Santo Domingo. La retransmisión fue un éxito sin precedentes, y la voz del gran Alcántara resonó por todas las esquinas de este país, que asistió emocionado a una retransmisión histórica. Ese Cristo de la Buena Muerte, repleto de lágrimas de agua, ya sobre su trono, volvió a escuchar la oración dedicada a su figura, porque al Cristo de la Buena Muerte no se le piden cosas para el trayecto, sino para el final... Y aquí, en Málaga, que es un altar en cada esquina y cada plaza, es un buen momento para pedirle al Cristo de la Buena Muerte ese favor último. Ahora cuando lo están sacando a hombros, ahora cuando está que arde el atardecer del Jueves Santo, ahora que va hecho un Cristo por la calle Larios, ahora y en la hora de nuestra muerte... He visto a gente llorar delante del féretro de Manolo y me han dicho que hubo gente que lloró escuchando su oración; en las mismas horas, pero en lugares distintos. La Málaga del Jueves Santo se dio cita en la calle. La calle que es de todos, lo mismo que las cofradías. Estaba llorando Cristo por la buena muerte de Manolo. A sus pies reposará para siempre junto a su esposa, en las entrañas de Santo Domingo, donde pudo estar escondido el Cristo de Mena, el mismo que el de Palma, al fin y al cabo, el de la Buena Muerte. Y los primeros golpes de campana, en honor de Fefe González. Manolo, Antonio y Fefe: ¡Vaya tres juntos en los cielos! Y la lluvia volvió a caer, otro día cargado de lágrimas y agua...
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