Catalá se despide: «Seremos la generación que tuvo la valentía y la osadía de afrontar el tejado de la Catedral»
El obispo agradece sus 17 años de ministerio en Málaga, pide perdón por sus faltas y llama a acoger con cariño a su sucesor José Antonio Satué, que tomará posesión el próximo 13 de septiembre
El episcopado de Jesús Catalá agota sus últimos días. Aunque el ahora obispo administrador apostólico seguirá gobernando la diócesis hasta que el próximo sábado, 13 ... de septiembre, su sucesor, José Antonio Satué, prelado todavía de Teruel y Albarracín, se siente en la cátedra y reciba el báculo de manos del arzobispo metropolitano de Granada, José María Gil Tamayo, tal y como marca el ritual de recepción de un nuevo obispo, Catalá, el prelado saliente, ha querido que su última misa, en este caso de despedida y acción de gracias, se celebre este domingo, coincidiendo con el último ejercicio de la novena que se ha venido aplicando a la Patrona de Málaga en la Catedral.
Por tanto, la víspera de la solemnidad de la Virgen de la Victoria de este año será recordada por el adiós a 17 años de episcopado de Jesús Catalá, quien presentó su renuncia al difunto papa Francisco el pasado 22 de diciembre, al cumplir los 75 años de edad, como es preceptivo, según se recoge en el Derecho Canónico.
La despedida se ha producido este domingo con una Catedral llena de devotos, ya que al hecho de celebrarse la marcha de Catalá como pastor de la Iglesia malagueña se unía que la hermandad victoriana había invitado a la última novena, como cada año, a la Agrupación de Cofradías de Semana Santa, que representa al colectivo más numeroso de la ciudad y con un importante peso social, y también se habían dado cita muchos profesores, padres de alumnos de Fundación Victoria, con una treintena de colegios diocesanos repartidos entre la capital y la provincia. Debido a la alta afluencia de fieles, se colocaron más sillas de las habituales, prestadas por la entidad de San Julián, y se instalaron ventiladores y pantallas repartidos por todas las naves de la basílica.
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Santa María de la Victoria, la advocación más nombrada por Jesús Catalá desde que tomó posesión de obispo de Málaga, presidía el altar mayor del templo mayor de la diócesis como en los días anteriores. El prelado vestía con ornamentos blancos; es decir, casulla, estola, con una representación pictórica de la Virgen de la Victoria, y mitra blancas, tal y como es preceptivo por tratarse de la víspera de la solemnidad de la Natividad de la Virgen. Y junto a él, casi 80 concelebrantes, entre diáconos, sacerdotes diocesanos y canónigos de la Catedral, con su deán, José Manuel Ferrary, al frente, y el vicario general de la diócesis, Antonio Coronado. Asimismo, participaron en la eucaristía el arzobispo metropolitano de Granada, José María Gil Tamayo, que este lunes oficiará la misa estacional de la Patrona de Málaga a las 11.30 horas, y el arzobispo emérito de Pamplona y Tudela, Francisco Pérez González, que reside en el seminario malagueño. El coro de la Basílica de la Victoria amenizaba la ceremonia, como ya lo hizo durante el tercer y quinto día de la novena, e igualmente sonaba el órgano catedralicio, tocado por Antonio del Pino.
El obispo, durante su sobria homilía, que duró apenas 15 minutos, comenzaba recordando el motivo principal de la ceremonia: «Estamos celebrando la novena a la Virgen de la Victoria, nuestra Patrona. Ella es la Madre de Jesucristo, título principal del que derivan todos los demás títulos marianos», dijo Catalá, quien, acto seguido, centró su intervención en su adiós como pastor de la Iglesia malagueña. «Os he invitado a esta celebración para que deis gracias a Dios conmigo, por todo lo que me ha concedido; de modo especial por vosotros y por las personas que he encontrado en estos años; porque habéis sido el mejor regalo del Señor», proclamó el mitrado que el próximo sábado pasará a ser emérito.
Trayectoria
Por otro lado, Catalá quiso hacer memoria de su trayectoria episcopal. Así, el todavía obispo de Málaga recordaba que hace 29 años «fui llamado, por pura benevolencia divina y sin mérito alguno por mi parte, a ejercer el ministerio episcopal. Venía de prestar servicio en la Santa Sede, junto al papa Juan Pablo II, posteriormente canonizado, del cual aprendí a servir con fidelidad y gozo a la Iglesia universal, con una mirada desde la atalaya vaticana», rememoró. «Mi primera sede titular, Urusi, quedó extinguida en el siglo IV, en el Norte de África, en la actual Túnez; y mi última sede ha sido Málaga, que tiene un territorio en el Norte de África (Melilla). Este gesto cariñoso del Señor ha marcado en cierto sentido mi ministerio, viendo en los inmigrantes y en los más necesitados, principalmente, la presencia del Señor», remarcó el prelado al tiempo que añadió que eligió como lema 'Ut unum sint', inspirado en el evangelista Juan, «con el deseo de trabajar por la unidad de la Iglesia», subrayó.
Sin embargo, el agradecimiento se convirtió, en cierta manera, en hilo conductor de su homilía. En este sentido, Catalá dijo: «Deseo también daros las gracias, queridos fieles y hermanos en Cristo. Muchas gracias por vuestra cercanía, amistad, fraternidad y colaboración», afirmó el obispo de Málaga en su despedida. Asimismo, mencionó de manera especial a los sacerdotes, diáconos, religiosos, catequistas y comunidades cristianas e igualmente tuvo palabras hacia las instituciones sociales, culturales y políticas, ya que, según recordó, «muchos proyectos culturales, arquitectónicos y pastorales hemos podido realizar, gracias a vuestra colaboración y aprecio por la Iglesia. El último proyecto importante es el tejado de nuestra Catedral; seremos la generación que tuvo la valentía, y hasta la osadía, de afrontar este gran reto», remarcó el todavía obispo de Málaga, en alusión a las obras que se están acometiendo desde la primavera del pasado año para dotar a la Catedral de Málaga de un tejado a dos aguas que acabe con el problema de filtraciones, tal y como se proyectó en el siglo XVIII, cuyos trabajos siguen las indicaciones dejadas sobre plano por el arquitecto Ventura Rodríguez en 1764 y que también incluye la terminación de varios elementos de piedra que forman parte del último diseño del templo y que quedaron sin realizarse cuando las obras se frenaron por falta de recursos económicos el 5 de julio de 1782. Sobre este asunto, a fecha de hoy, la ejecución del proyecto está en torno al 30 por ciento, por lo que el Obispado prevé que pueda finalizarse para mediados o finales del año 2027, si no surgen inconvenientes. En consecuencia, su inauguración coincidirá con el episcopado de Satué.
Y de los agradecimientos al perdón «por mis negligencias y faltas de caridad hacia cada uno de vosotros», expresó, recordando que el Evangelio llama a cargar la propia cruz: «Quien no carga con su cruz y viene en pos de mí, no puede ser discípulo mío».
Relevo
De otra parte, el relevo episcopal ocupó un lugar destacado en la última homilía de Jesús Catalá como obispo de Málaga. Sobre este asunto, el mitrado recordó que al cumplir 75 años, la edad según normativa, «presenté mi renuncia al papa Francisco, solicitando al señor nuncio en España que el cambio fuese lo más pronto posible por el bien de la diócesis», aseguró para luego añadir que fue el papa León XIV «quien ha tenido a bien nombrar a mi sucesor en la persona de monseñor José Antonio Satué, actual obispo de Teruel y Albarracín. Os pido, queridos fieles, que acojáis con filial amor a vuestro nuevo obispo, que viene en nombre del Señor a dirigir la Iglesia particular de Málaga. Podemos decir que hay un cambio de timonel en la barca diocesana. El Señor sigue invitándoos a remar mar adentro», agregó.
Finalmente, monseñor Catalá puso en práctica un ejercicio de regreso al inicio de su episcopado durante su plática. Así, recordó que en su homilía de inicio en Málaga, parafraseó «una canción de esta tierra», reconoció. «Dije: ¡'Málaga, querida, qué bonitos ojos tienes!; ¡déjame que te contemple!; ¡permíteme que te acompañe; y concédeme poder amarte'! Esto se ha hecho realidad, gracias a Dios y a todos vosotros. ¡Muchas gracias!», concluyó Jesús Catalá entre aplausos de los asistentes, entre los que se encontraban el alcalde de la ciudad, Paco de la Torre; el vicepresidente de la Diputación, Manuel Marmolejo; el delegado de la Junta de Andalucía Miguel Briones; varios concejales; el presidente de la Agrupación de Cofradías, José Carlos Garín, y su antecesor, Pablo Atencia, así como la presidenta de las Hermandades de Gloria, Victoria Eugenia Ribes; el presidente de la Fundación Unicaja, José Manuel Domínguez; y el presidente de la Confederación de Empresarios de Andalucía, Javier González de Lara, entre otros.
La ceremonia concluyó a las 21.35 horas con unas palabras del vicario general de la diócesis, Antonio Coronado, quien recordó los casi 17 años de episcopado de Catalá «de entrega generosa y trabajo constante» para finalizar dándole las gracias «desde lo más profundo del corazón, por haber gastado su vida por esa diócesis, dando luz», dijo. «En nombre de todos, gracias, don Jesús», subrayó Coronado que, tras pedirle a Santa María de la Victoria que cuide de él, se fundió en un emotivo abrazo mientras los fieles aplaudían este momento. «Nos seguiremos viendo», añadió monseñor Catalá para cerrar la misa de acción de gracias por su episcopado.
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