Monda, la villa donde se hacen el aceite más ancestral y tortillas de patatas gigantes

Son famosas no sólo por su sabor sino sobre todo por su tamaño, lo que ha propiciado que su fama se haya extendido en redes sociales y en medios de comunicación. Entre 10 y 15 kilos pueden llegar a pesar cada una de ellas, que son devoradas en tapas, por los mondeños, pero también sobre todo por muchos turistas que acuden a comprobar la grandeza de estas suculentas tortillas.

Éste es tan sólo uno de los reclamos gastronómicos de este pueblo de la comarca de la Sierra de las Nieves, situada a medio camino entre Coín y Ojén. Desde Málaga en apenas media hora se puede llegar hasta allí para disfrutar no sólo de las tortillas sino también de otros atractivos con mucho sabor.

Los hay incluso con mucha historia, como el aceite de acebuchina que se elabora desde hace décadas en la almazara Mudéjar. Allí, además de molturar las olivas para hacer un AOVE de gran calidad, hacen cada año una partida considerable de aceite a partir del fruto del acebuche, también conocido como olivo silvestre. Es decir, el autóctono de la Península Ibérica (los fenicios se encargaron de traer los olivos).

Se trata de un aceite con demostradas propiedades beneficiosas nutricionales y dérmicas. Cada año en los primeros días de noviembre se molturan las pequeñas acebuchinas, que tienen que ser 'ordeñadas' a mano previamente, en un ritual muy especial para esta almazara.

Después son muchos los que se acercan por este molino, que este año cumple su primer cuarto de siglo, para comprar este exclusivo aceite virgen extra.

A Monda hay que ir no sólo por esas tortillas de patata gigantes o por un 'oro líquido' tan especial, sino también por otros productos que allí se elaboran o dispensan. Además de poder tapear en los distintos bares y restaurantes del pueblo, allí se pueden comprar ya los primeros dulces navideños. Los roscos de vino son la gran especialidad que ya lleva varias semanas haciéndose en el obrador de Framancha, situado frente a la conocida como la Fuente de la Esquina.

También hay dulces caseros e incluso pan artesanal en otro sitio del pueblo, en la plaza de la Constitución.

Este pueblo es también conocido por un plato que es idóneo para consumir en primavera, la sopa mondeña, elaborado con pan y productos de la huerta.

Además de pimientos, cebolla, patatas y ajo, es fundamental una variedad local de tomate, el conocido allí como de cuelgue o de culo. Éste, según dicen los puristas, es el que le otorga un sabor distinto a este plato, que tiene, eso sí, muchas similitudes con otros de la familia culinaria de las sopas del caldo 'poncima'.

Además de todos estos alicientes gastronómicos, a Monda hay que ir también para disfrutar de su rico patrimonio histórico. Pocos pueblos pueden presumir de conservar parte de un estratégico castillo. Hoy esta fortaleza de origen medieval conserva parte de su estructura, si bien resulta menos visible por estar dentro del actual hotel, construido en los últimos años del pasado siglo.

Situado sobre el cerro de La Villeta, antes que ser un castillo se sabe que fue un refugio construido posiblemente en la época convulsa de la rebelión de Omar Ben Hafsun, entre los siglos IX y X.

Otros lugares de interés que se pueden visitar en cualquier época del año en Monda son los restos de una calzada romana (cerca del casco urbano), la fuente y el lavadero de La Jaula, la iglesia de Santiago Apóstol, el Calvario y las Eras, así como las Cruces del Agua, de Caravaca, de la Sierra y del Carnero.

Monda es también un pueblo idóneo para hacer rutas de senderismo. Cuenta con una pequeña red de caminos que hacen posible acceder a enclaves como Cueva Santa, Cerro Gordo o la Fuente de los Morales. O bien comunicarse con pueblos de la comarca como Ojén, Guaro o incluso Istán.