Un póker de aldeas con encanto en el corazón de la Ruta de la Pasa
El Valdés, Vallejos, Benaque y Benagalbón son cuatro poblaciones situadas entre Rincón de la Victoria, Moclinejo y Macharaviaya
Entre el Mediterráneo y el Camino de la Cornisa se encuentran cuatro de las aldeas más singulares del Territorio SIPAM, es decir, la amplia zona ... de la Axarquía que gira en torno a la pasa moscatel. Aunque suelen sonar mucho más pueblos como Moclinejo, Almáchar o el Borge, éstos no pueden eclipsar el encanto que tienen las aldeas que hay en esta parte de la comarca más oriental de Málaga.
Concretamente, en el triángulo que componen Moclinejo, Macharaviaya y Rincón de la Victoria, se pueden encontrar cuatro pequeñas poblaciones que sorprenden con su tipismo, con sus iglesias u otros edificios notables. Son El Valdés, Benagalbón, Vallejos y Benaque. La primera pertenece a Moclinejo; la segunda es de Rincón de la Victoria y las dos últimas forman parte del término municipal de Macharaviaya.
El Valdés, emplazado a un paso del río homónimo, se desparrama en una ladera, lo que hace que sus calles sean empinadas. A pesar de ello es recomendable dejar el coche en la entrada y enfrentarse a sus cuestas para descubrir sus rincones. Lo que más llama la atención hoy es su vistosa y colorida Casa Museo de la Axarquía, una propiedad privada, pero visitable (a través de la empresa Enoxperience), que ofrece dentro una interesante colección etnográfica. Y por fuera, un evidente estilo gaudiano, gracias a la apuesta que hace décadas hizo su dueño, Antonio Montañez.
La vivienda donde nació Salvador Rueda, la Casa Museo Axarquía y la iglesia de la Candelaria son visitas obligadas
Ese mismo colorido y los rasgos más típicos de Gaudí también se pueden ver en otras partes de la aldea, como ocurre en alguna fuente, en los bancos del parque infantil o en el monumento dedicado a los picapedreros, todos ellos hechos por Antonio Montañez.
Al sur de El Valdés, junto a la carretera de la Ruta de la Pasa, se encuentra Benagalbón, una población que con su nombre delata su origen andalusí. Es más, como núcleo es anterior incluso al actual Rincón de la Victoria. No en vano, en su día en la hoy aldea se encontraba la sede del Ayuntamiento de este próspero municipio axárquico. Allí sobresale la iglesia de Nuestra Señora de la Candelaria, que comparte protagonismo con la recoleta plaza de las Flores. En un paseo tranquilo se pueden ver ambas e incluso otras calles llenas de color gracias a la ornamentación con macetas.
En el futuro, se espera que reabra el Museo de Artes Populares, una valiosa colección etnográfica. Lo mismo podría pasar con la almazara de Benaoliva, de propiedad privada y que hasta hace tan sólo unos años se hacía aceite de oliva a la vieja usanza, es decir, con molino de piedra, prensa hidráulica y capachos.
En el término municipal de Macharaviaya, conviene visitar las aldeas de Benaque y Vallejos. La primera es conocida por ser la patria chica del poeta Salvador Rueda. Allí se conserva la que fuera su casa natal, que se puede visitar previa reserva en el ayuntamiento de la localidad.
Su humilde vivienda se encuentra en la calle principal de esta villa axárquica, desde la que se ve con nitidez el mar. De hecho, la tenue cadena montañosa que separa al Mediterráneo de las tierras de Macharaviaya hace un paréntesis que permite ver desde Benaque (e incluso desde Macharaviaya) el horizonte azul. Esas vistas panorámicas seguramente influirían en la reputada obra literaria del escritor que fue coronado en el siglo XIX como el 'poeta de la raza'.
Este templo se levantó durante el siglo XVI sobre una antigua mezquita. En el exterior sobresalen sus muros que muestran la piedra con la que se construyó el edificio y su torre de estilo mudéjar. En el interior, sorprenden sus pinturas murales, halladas hace años bajo la cal.
Mucho más pequeña es la tranquila aldea de Vallejos, que gracias a su ubicación cuenta con una de las mejores vistas de las cuatro. No muy lejos del nacimiento del arroyo Íbero, este pequeño núcleo es el más elevado, lo que hace posible que desde allí se vea al mismo tiempo el Mediterráneo y las cumbres más elevadas de sierra Tejeda. A los pies quedan los otros dos núcleos de su término municipal, es decir, la antes mencionada aldea de Benaque y el pueblo de Macharaviaya. Además de ser un excelente mirador, este diseminado ofrece sobre todo mucho sosiego.
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