Encinas Borrachas, el puerto de montaña de llamativo nombre que sirve de entrada al Valle del Genal
Este enclave, que toma la denominación prestada de un antiguo cortijo de Alpandeire, es la parte más trepidante de la sinuosa carretera de Ronda a Algeciras
Cuentan todavía los lugareños que hace tiempo, en un cortijo de la Serranía había algunos árboles que resistían, pero se doblegaban a la fuerza del ... viento. Esto hizo que aquel cortijo se le bautizara con el curioso apelativo de Encinas Borrachas, que por extensión sirvió para denominar a uno de los puertos de montaña más alucinantes de la provincia de Málaga.
Hoy es el enclave que sirve para comunicar Ronda con el Valle del Genal a través de la carretera que enlaza muchos kilómetros más adelante con Algeciras.
Su trazado sinuoso hace que sea temida por los que tienen fobia a las curvas, pero amada por los que buscan paisajes abruptos, como los que atraviesa.
La zona cuenta con verdaderos balcones naturales a pie de carretera, aunque las mejores vistas se pueden obtener desde algunas de sus cimas. El puerto, al igual que el antiguo cortijo, se encuentra en el término municipal de Alpandeire, aunque hay que dirigirse hacia Atajate para deleitarse con las insólitas imágenes que se pueden ver desde la carretera y, sobre todo, desde los miradores que se han habilitado.
Uno de los balcones más interesantes es el que recibe el nombre de Encinas Borrachas, ya que ofrece imágenes de la depresión del Valle del Genal. Se puede observar con nitidez el contraste cromático que ofrecen las distintas sierras. Unas llenas de castaños, otras de encinares y otras desnudas de vegetación, con abruptas formaciones calizas.
Otro de los miradores habilitados en esta zona es el que recibe el nombre del Fraile, que también ofrece vistas espectaculares del Alto Genal. Por otra parte, para observar este puerto de montaña desde otro punto de vista conviene seguir por la misma carretera en dirección a Algeciras hasta el mirador de Atajate. Desde allí, se comprueba por qué se considera esta zona como una de las puertas de la Serranía. De hecho, ha sido siembre un lugar estratégico.
En la Prehistoria, tuvieron lugar asentamientos, aunque el único vestigio que ha llegado hasta nuestros días son los restos de unos dólmenes. Entre esas construcciones megalíticas la más fácil de ver es la que recibe precisamente el nombre de Encinas Borrachas. Construida en la Edad del Cobre, tiene un fácil acceso desde la carretera paisajística y está bien señalizada.
Durante la invasión de las tropas de Napoleón tuvieron lugar en las zonas encuentros sangrientos entre el ejército francés y los guerrilleros de la zona, que, en numerosas ocasiones, salían victoriosos, ya que conocían la zona a la perfección. Después de la guerra, toda esta zona de sierra hasta llegar a Atajate se convirtió en un refugio para grupos de bandoleros, como los Niños de Écija. Estos forajidos se cobijaban en las cavidades que aún se conservan en las zonas más altas y bajaban al camino para asaltar a los viajeros que se adentraban en la Serranía.
Desde el punto de vista geológico, resulta interesante cómo las rocas calizas más elevadas de Encinas Borrachas han sido moldeadas por la fuerte del viento y de la lluvia.
Los pueblos más próximos a Encinas Borrachas son los antes citados Alpandeire y Atajate. El primero es conocido especialmente por ser el pueblo donde nació y pasó sus primeros años de vida Fray Leopoldo. Precisamente, en su casco urbano se pueden ver numerosas referencias de este conocido beato, como su casa natal o algunas esculturas que le rinden homenaje. Sin embargo, el elemento que más sobresale es la iglesia de San Antonio de Padua, con unas dimensiones tan exageradas respecto al casco urbano que sorprende a todos los visitantes. Construida originalmente en el XVI, tuvo que ser restaurada dos siglos más tarde. Dentro del pueblo también se conserva un antiguo pósito del siglo XVII, que actualmente es un centro cultural.
Atajate por su parte es el pueblo con el menor número de habitantes de la Serranía de Ronda con algo menos de 180 personas censadas. Pese a ello, en su interior se pueden ver lugares tan interesantes como su barrio alto, algunas fachadas tradicionales, la Cruz de Piedra, el Museo del Mosto (al aire libre) o la iglesia parroquial de San José.
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