'El último late night': el diablo te vigila
Visita las salas una de las películas de terror de la temporada tras cosechar buenas críticas en festivales. ¿Qué pasaría si un demonio se manifiesta en la emisión de 'El hormiguero'?
Se ha estrenado, con pocas copias en distribución, una de las películas de terror del año. Dio de qué hablar a su paso por Sitges, ... una cita obligada para los aficionados al género, y cerró por todo lo alto el Fant, elevando el interés de la clausura del festival bilbaíno. No hablamos de un cine de horror de sustos facilones. 'El último late night', traducción light al idioma de Cervantes de 'Late Night with the Devil', quizás buscando cierta comercialidad, se mueve en el terreno del fantástico como pez en el agua, exprimiendo el formato found footage mientras realiza una crítica directa a los medios televisivos sensacionalistas. En realidad, el título anglosajón esconde un spoiler. Si vemos la película con poca información de antemano, la sorpresa puede ser mayor, con un clímax esperpéntico, siniestro y cósmico, que pone los pelos de punta. El demonio está en todas partes.
La escalofriante historia de 'Late Night with the Devil' se sitúa en los años 70, durante la transmisión de un programa de noche de entrevistas conducido por una estrella de la televisión en horas bajas a quien encarna, con suma eficacia, David Dastmalchian ('Oppenhaimer'), un actor con carisma, habitualmente en papeles secundarios, cuyos rasgos faciales añaden cierta extrañeza al inquietante espectáculo. Entre las personas invitadas al plató, buscando desesperadamente llamar la atención del espectador, hay una niña, supuestamente poseída, que coquetea con el mal. Si el show fuera contemporáneo, podría entenderse como un cruce entre 'El hormiguero' e Iker Jiménez, con una suerte de Pablo Motos, sumamente retorcido, persiguiendo el éxito a toda costa, caiga quien caiga. Realidad y ficción se entrecruzan en pos del estremecimiento.
'El último late night', que verá la luz en Filmin después de visitar la cartelera presencialmente casi de manera testimonial -maniobras de distribución-, mantiene una agradecida estética vintage que le aporta personalidad. Como público, estamos viendo realmente un programa de televisión frente a la pantalla. El filme se adapta al lenguaje audiovisual propio de la ventana electrónica, excepto cuando la grabación de las entrevistas en el set se congela y dan paso a la publicidad. En el parón entre testimonio y testimonio somos testigos de lo que pasa entre bastidores, con las imágenes teñidas de blanco y negro.
Estremecedor caos suavizado con humor
Dirigida por Cameron y Colin Cairnes ('Scare Campaign'), ganadora del Premio al Mejor Guion en Sitges, la propuesta capta la atención con una tensión in crescendo que deriva hacia un estremecedor caos suavizado por un sentido del humor macabro digno de aplauso. El terror empapado de sarcasmo funciona. Atrapa la mirada mientras mete el dedo en la llaga: ¿hasta dónde es capaz de llegar un canal para aumentar los índices de audiencia? Mostrar las bajezas del ser humano y revolver en la basura existencial no tiene límites.
Los Cairnes dominan el género tras la cámara, con sentida influencia de algún clásico de culto en la misma senda como 'Ghostwatch', cinta a rescatar como buen arqueólogo audiovisual (estuvo, precisamente, en la programación del festival Fant de Bilbao). 'El último late night' también está en la lista de lo mejor del año de Stephen King, como 'La mesita del comedor', uno de los fenómenos cinematográficos del momento. El rey del terror se ha convertido en el prescriptor ideal del cine de horror, aunque siempre que puede subraya que aborrece la mítica adaptación de Stanley Kubrick de 'El resplandor', luego su gusto es tan discutible como la del resto de los mortales. Cierto es que contemplar lo que ocurre en el espacio catódico de entrevistas 'Búhos nocturnos', el especial de Halloween más sonado de la televisión estadounidense, se antoja hipnótico por momentos, con una explosión final apabullante. Se desata la maldición sobre todos los hogares del país a través de las ondas. Quizás sobra el epílogo, el añadido al fin de fiesta, pero el viaje alucinatorio es reivindicable.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
