Dani Rovira, un viaje a la vida de Orduña a Basurto

Rovira encarna a un profesor de música malagueño que viene a cubrir una sustitución en un instituto de Orduña (Bizkaia). El primer día de clase se sorprende al sufrir un zumbido en el oído. Es un tumor que exige tratamiento de quimio y radioterapia en el hospital de Basurto. Un autobús gratuito le llevará hasta Bilbao en compañía de otros vecinos enfermos, que le enseñarán a abrirse a los demás y a superar sus miedos.

El protagonista es además un músico frustrado, que ha compuesto en secreto los éxitos de un amigo que triunfa (Andrés Gertrúdix). El cáncer le tortura porque hasta ahora no ha tenido la valentía de subirse a un escenario para demostrar su talento. De ahí que suene música, mucha música, en 'El bus de la vida', con 14 composiciones de Manuela Vellés, esposa del realizador, y de artistas como Rigoberta Bandini, Kase. O, Fito y los Fitipaldis y Morgan.

Cormenzana acierta al describir las rutinas del enfermo. El vértigo y los efectos secundarios tras las primeras sesiones, la manera de presentarse de los pacientes, con el nombre seguido del tipo de cáncer. Rovira ensaya un registro inédito en los primeros compases, encerrado en sí mismo, arisco, inmune a la solidaridad que surge de la desesperación. El guion del propio director y Eduard Solà se muestra después predecible y tópico. Solo es cuestión de tiempo averiguar cuál de los pasajeros del autobús fallecerá primero. ¿Preferirá el protagonista el éxito discográfico o el calor de sus compañeros, incluida esa adorable conductora y casera con secreto que encarna Susana Abaitua?

La idea del guion se la proporcionó a Cormenzana un pariente al que detectaron un tumor en el oído. «Iba en un autobús, entre Tudela y Pamplona, que llamaban el bus de la vida. Me contó anécdotas que en vez de ser dramáticas eran muy graciosas, dentro de la desgracia. Pensé que era una buena excusa para hablar de un tema serio y profundo que nos toca a todos», explica el cineasta, que recogió como productor el Goya por 'As bestas'.

Tres de los actores de 'Patria' –Susana Abaitua, Elena Irureta y José Ramón Soroiz–repiten en 'El bus de la vida', que elude las escenas escabrosas y prefiere apostar por el lado luminoso de la desgracia. Un control de la Ertzantza en busca de drogas puede acabar entre risas y una sesión de quimio se convierte en una sesión casera de psicoanálisis.

«Envié el guion a Dani Rovira sabiendo que me podía decir que no. Tomamos un café debajo de su casa y le conté que quería una película para hablar de un tema tabú desde una perspectiva vital. Creo que la película ha sido terapéutica para él», asegura Ibón Cormenzana, que tenía clara la importancia de la música en el filme. «Una canción son tres minutos que te llevan a una emoción concreta y te hacen olvidar tu pasado y tu futuro. La película casi podía ser un musical».