Zona de exclusión
Los viajes, el descanso, los sueños y el relax, finalizan su aventura de 2025; sin duda volverán, pero la gente normal tendrá que hacer acopio ... de ahorros y esfuerzo para volverlo a vivir el próximo año. Esta temporada, aún hace una quincena, 'la Mareta' estrenó su zona de exclusión, ni aviones, ni barcos o bañistas, tampoco pescadores... Que está Sánchez. Ya saben, al cual -por lo visto- le toca disfrutar de vacaciones pagadas, transportes incluidos, al frente de la 'familia Ulises', con invitados a todo plan, porque preside el Consejo de Ministros. Por cierto, en la España que vivimos es ya absolutamente inexplicable este comportamiento gorrón. No, no hay que confundir la seguridad con el lujo, se puede tener seguridad sin por ello alojarse en un palacio. Se puede tener seguridad sin que al Estado le cueste una pasta el veraneo de Sánchez, se puede reunir con su familia y amigos sin que pague el erario público. Aprovechar estratégicamente el cargo para darse homenajes y boatos por todo lo alto, es descaro, aprovechamiento y algunas cosas más, perfectamente descriptibles. Alguien dirá que otros también iban y venían... No tanto, no de este modo, no como si se tratara del 'Rey Sol', no con un número de invitados tan numeroso como desconocido, definitivamente no. Seguramente cuando escritores, columnistas, analistas y criticones, hablaban de la 'España de la pandereta' se referían a Sánchez, nadie como él la representa mejor. Colarse en el cine o en el sarao de moda sin pagar 'porque yo lo valgo', porque soy 'mr. president'... Es tan ridículo como chocante. Nada que decir de tanta frase vacía cuando en su entorno hablan de solidaridad con «los que menos tienen»... Tiene tela.
Demasiado falcon, muchos puma, los cócteles salen caros, tanto gasto suntuario por cuenta de todos supera cualquier previsión. No digamos si también hay que soportar que presuntamente algunos cargos públicos se hayan puesto a disposición de algún allegado o más familia para sus negocios privados. El Estado no está para servirse, ni siquiera con disimulo o coartada. El Estado es de todos y al servicio de ningún interés individual. Con este jugador de ventaja estamos soportando demasiado, por eso la Justicia le sigue los pasos. Los imputados, procesados o hasta algún encarcelado a su sombra, su mujer, su hermano, su fiscal general y sus dos secretarios de organización, es ya una pandilla -o una cuadrilla-; banda, le llamó Albert Rivera. Y, aunque todavía ganen algunos espacios, aún les reciban en determinados salones y sigan abusando de su temporalísimo poder, mucho se sabe y más aparecerá. Han pasado siete años, un número bíblico muy simbólico que quizá indique el fin de una fase o una plaga.
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