El WhatsApp de Ancelotti
El gol no se hereda. La victoria no cae por azar. El fútbol no es contención ni resignación. Los jugadores no deben ser prisioneros de ... un vestuario equivocado. El talento desprecia las cadenas del entrenador acomplejado. Y el Real Madrid sin Ancelotti es, simplemente, el único junio posible.
El fútbol moderno se construye desde la flexibilidad táctica y los sistemas asimétricos. Defensa de tres centrales, el llamado back-three, y un centro del campo en cuadrado, el box midfield, que domina la zona neurálgica. La presión alta y las transiciones vertiginosas deben culminar en remate. El balón parado es hoy una ciencia: jugadas coreografiadas y corners inswing explican más de la mitad de los goles. El entrenador que estudia apuesta por roles híbridos, laterales invertidos y delanteros de referencia. El falso nueve ya no engaña a nadie. Ahora se juega con dieciséis jugadores: cinco cambios permanentes y uno más por conmoción. La preparación física es medicina de precisión: se individualiza la carga, se minimizan lesiones, se optimiza el esfuerzo. A todo esto se le suma la mentalidad ganadora, el hambre de competir, la capacidad de enfrentarse a la adversidad. Eso es un equipo campeón.
Todo lo contrario, a lo que ha sido el Real Madrid de Ancelotti esta temporada. Su propuesta ha sido la conocida como «fútbol 0,0»: sin alma, sin juego. El equipo no estaba trabajado en ninguna de las facetas del juego. Daba pena verlo en este final de temporada. Florentino Pérez lo tuvo ya que echar en su primera época en 2015. La temporada anterior el equipo había ganado la 'Décima' a pesar de su planteamiento equivocado, y en su segunda temporada un informe reveló que era el que menos entrenaba en su categoría. El madridismo le dijo no a una forma de jugar sin ambición en la que sus planteamientos de partido empeoraban a cada uno de sus jugadores, haciéndolos peores puesto por puesto. Esta temporada ha repetido su manual futbolístico anclado en el pasado. Ganando once millones de euros al año, será recordado como el entrenador que descubrió a Lucas Vázquez como lateral derecho y que ha enjaulado al mejor jugador del mundo. Los madridistas no nos merecemos a entrenadores de su perfil que no representan los valores del equipo y nos les duele el no poder competir. La resignación no forma parte del ADN blanco.
Gracias a su silencio impostado, muchos periodistas «hooligans» blanquean ahora su faceta como entrenador porque ha tenido la virtud de no morder su mano y ni la del que le paga. Los títulos del Madrid poco tienen que ver con él. Desde Brasil, en su avión privado, nos escribirá a todos el siguiente WhatsApp: «Madridistas, ¿sabéis contar?, pues no contéis conmigo».
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