Los visitantes
No poseemos la capacidad de seleccionar a los visitantes que llegan a lo largo del año; no tenemos derecho de admisión ni beneficio de inventario. ... No se puede poner puertas al campo, ni en los procesos de la Naturaleza ni en la afluencia aleatoria del paisanaje. Los visitantes, como ocurría en la trilogía de películas francesas de Jean Marie Poiré, incluso pueden ser caballeros de la Edad Media que, mediante un túnel del tiempo, se trasladan a la actualidad. Pero lejos de lo fantasioso, estamos acostumbrados, especialmente en verano, a convivir con visitas indeseadas, algo así como lo peor de cada casa. El verano anterior estuvo marcado por la inoportuna afluencia masiva de las medusas 'pelagia noctiluca', que ya nos pareció en su momento un nombre bastante raro. Parece que aquel episodio que nos dio el verano, fue algo circunstancial y este año todo ha sido normal en materia de medusas, a pesar de la advertencia sobre la carabela portuguesa, que ha resultado de lo más discreto. Pero este verano ha llegado otra visita, también de nombre muy raro, que responde por 'rugulopterix okamurae' y que se trata de un alga invasora de procedencia asiática que, con una inusitada voracidad y contundencia, se ha hecho con el litoral hasta el punto de entorpecer la pesca de arrastre de los barcos de bajura, afectando gravemente a la actividad en el litoral de Marbella y Estepona. Es un problema difícil de afrontar en la que los científicos marinos tienen mucho que decir y las administraciones llamadas a actuar con diligencia. A las cofradías de pescadores preocupa especialmente la próxima campaña de captura del pulpo, temiendo que se vea afectada muy negativamente. Ya se ha visto perjudicada la pesca de sardinas. Un año más constatamos, mediante del testimonio del patrón mayor de la cofradía de pescadores de Marbella, Manuel Haro, que la sardina de extraordinaria calidad que se pesca en nuestra costa, no es la que se consume en las playas de Marbella mediante los tradicionales espetos; la sardina marbellí se exporta y la consumida aquí es de importación. Tanto la 'pelagia' como la 'regulopterix' resultan elementos muy poco gratos; vale el cosmopolitismo pero hasta cierto punto. Dicen que esta alga tan invasora ha llegado desde Asia mediante los barcos. No es la primera vez que se registra en la Historia como el 'mal' nos ha llegado de Asia a través de la navegación; los sucesivos episodios de peste bubónica que diezmó la población europea en el Medioevo fueron provocados por las ratas que viajaban en los barcos procedentes de Asia. Estos visitantes indeseados son imposibles de evitar porque lo natural termina imponiéndose y a los humanos nos toca hacer frente con cuidados paliativos y con la evitación de actitudes medioambientales que puedan contribuir al agravamiento de la situación. Pero hay otros visitantes, muy poco recomendables, sobre los que hay que adoptar medidas drásticas, a pesar de las dificultades que entraña y los hilos sueltos e imprevisibles que entraña: la delincuencia organizada que, de manera cíclica, se hace notar en el corazón de la joya turística de Puerto Banús y que da para muchos minutos de televisión y para contribuir al deterioro de la imagen. Un coche a gran velocidad, tiroteado por agentes de la Policía Local, ha servido a todas las televisiones para la recurrente comparación con Chicago en la época de las bandas enfrentadas. No sé cuál sería la comparación que resistiría Barcelona en la actualidad. Cada vez que sucede algo parecido en Marbella, especialmente en el Puerto, nos quedamos con la sensación de que en el tratamiento mediático (de algunos medios) predomina el componente de espectáculo morboso e incluso cierta insana complacencia. Cuando suceden hechos como el tiroteo reciente, queda muy claro que Puerto Banús es una zona de Marbella; con ocasión de grandes acontecimientos es suficiente con mencionar su pertenencia a Málaga. Son hechos objetivos; no es que seamos dados a confabulaciones o teorías conspiratorias. No se trata de quitar importancia ni minimizar un problema tan grave como el de la seguridad, que debe preocupar (y preocupa) a nuestros gobernantes y en la que es necesario invertir. Los cuerpos de seguridad hacen un trabajo impagable, a pesar de la escasez de medios y dotación. Con más dotación seguramente lograrían detectar a tiempo quienes son esos visitantes que nadie quiere pero que se introducen silenciosa, discretamente, con apariencia de normalidad. También en escenarios de delincuencia es preferible la prevención. Quizás imprescindible.
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