El verdadero reto es salvar vidas
CARTA DEL DIRECTOR ·
Nadie en el mundo acertó a prever la verdadera dimensión de la crisis del coronavirus. Las hemerotecas están repletas de frases lapidarias que dejan en ... evidencia a sus protagonistas, la mayoría de ellos responsables públicos, aunque también técnicos, científicos y periodistas. Pero lo peor no fue equivocarse o fallar a la hora de calibrar el verdadero riesgo de esta pandemia; lo peor es perseverar en el error al no darse cuenta de que esta guerra sólo se puede ganar si estamos todos juntos y con un objetivo único y común: salvar vidas y salvar la economía, por este orden. Sólo cabe encomendarse al trabajo colectivo, a la coordinación y a la generosidad que supone trabajar por los demás y no por uno mismo.
España vive estos días una auténtica tragedia. Imaginen por un momento que, desde hace dos semanas, cada día se hubiera estrellado un avión con más de 400 personas a bordo. Imaginen, como por desgracia se ha vivido en este país, las historias detrás de cada víctima, de cada familia. Pues eso es lo que está pasando con el coronavirus. Miles de fallecidos que, además, dejan este mundo solos, aislados y sin la posibilidad de compartir el último aliento con sus seres queridos. Hay quienes dejaron a su familiar en la puerta de un hospital y lo recibió días después en una urna con cenizas. Así de duro. Y esa es la verdadera realidad de esta crisis, cuyo combate se personaliza en los profesionales sanitarios, en la policía, el ejército, los voluntarios, las cajeras de supermercado, los transportistas y en toda una sociedad civil comprometida hasta el caso más extremo: su propia muerte por contagio del coronavirus. Y es una guerra desigual, porque no hay un tratamiento fiable, ni una vacuna, ni siquiera medios con los que los médicos y enfermeros puedan trabajar. No hay tests, no hay mascarillas, no hay respiradores. Lo único que hay, y esa es la verdadera grandeza, es la voluntad y entrega de muchas personas.
Por eso es tan importante la unión de toda esa gran parte de la sociedad que entiende la solución como un compromiso colectivo. Por eso es tan importante que los líderes políticos y las administraciones trabajen con eficacia, unión y lealtad. Pero ello no significa silenciar la crítica. Los medios de comunicación tenemos también un papel fundamental, que se debe basar en una información veraz y honesta. Y que nunca, ni siquiera en un estado de alarma, pierda su sentido crítico porque, de lo contrario, estaría contribuyendo a arrasar con el modelo constitucional de Estado de Derecho. Ningún gobierno puede ni debe apelar al silencio ni mucho menos delegar la responsabilidad de tomar decisiones, por difíciles que sean. Hay que estar a la altura y entender que es un trabajo conjunto, colaborativo y coordinado, en el que la ideología y los intereses deben dejar paso al verdadero objetivo, que no es otro que salvar vidas.
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