Vacunación más IVA
VOLTAJE ·
La marca de la mascarilla en la cara habría superado en pánico al moreno de albañilHa quedado disipado el terrorífico plan que proponía la obligación de tomar el sol con mascarilla. Es un alivio para nosotros y para el turismo; ... era una medida impopular y antiestética. Se han echado atrás. Ya no me sentiré un imbécil por cumplir las normas cuando esté tumbado en una cala de Maro. No se llevará esta temporada la marca del moreno de mascarilla como símbolo total de responsabilidad y de civismo, de ser persona comprometida con su mundo y con la vida, signo revelador, del mismo modo en que la cara desconchada y la marca de las gafas de nieve después de la semana blanca delataba a los más pijillos de la clase. Esto era así al menos cuando yo iba al colegio. Ahora tengo entendido que puede esquiar cualquiera.
La marca de la mascarilla en la cara habría superado en pánico al moreno de albañil. Soy sin embargo miembro de un selecto grupo que considera sexy la marca del bañador. Tengo el runrún en la cabeza de que habrá que llevar el complemento quirúrgico durante mucho tiempo más allá de nuestra segunda dosis. Tampoco las mascarillas son una panacea, como parecen ser las vacunas. Ayer hubo que echarle valor para pincharse la AstraZeneca, pero qué me dicen de aquella que le pusieron a la hija de Putin.
Hay un estudio que muestra que las posibilidades de contagiarse tocando superficies son despreciables. Eso podría significar que hemos estado desinfectando la compra por hacer algo, como mero ejercicio espiritual, espolvoreando lejía sobre los carteles de leche para nada más que una dosis de alivio necesaria para seguir con vida. Absurda y triste me pareció también la prohibición de ofrecer periódicos a disposición de los clientes de las cafeterías o de los hoteles (también es verdad que entonces no había cafeterías ni hoteles) o que los funcionarios que registran papeleo actuaran como si toda la documentación entregada llevara ántrax.
Las administraciones públicas no suelen andarse con tonterías, y menos en los días de campaña. En la calle se escucha el crujir de la próxima declaración de la renta, cuyo plazo empieza ahora. Recuerdo años en los que hacíamos los pinitos como autónomos y la devolución daba mucha alegría, como de no saber de dónde viene. Luego esa devolución va mermando y quizá, si es que tener dinero puede considerarse una cuestión de edad, llegue el día en el que te salga a ingresar. A devolver o a vomitar, como dicen los que creen que pagan demasiado. No hay que confundirse. Que un día te salga a pagar no significa que de repente seas rico, a no ser que te haya tocado la lotería. Si te ha tocado un ERTE, tampoco eres más pudiente. Los aludidos podrán abonar el shock en cómodos plazos.
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