Una más de ustedes
VOLTAJE ·
Las folklóricas parecen estar diseñadas para no llamar a las cosas por su nombreIsabel Pantoja fue la estrella invitada en las últimas fiestas del Orgullo de Madrid, y sus responsabilidades pasaban por entregar el premio Míster Gay, ofrecer ... un concierto, y ejercer como pregonera. Fue en este punto en el que la última tonadillera pronunció unas palabras que están siendo más analizadas que algunos versos de Rubén Darío. «Soy una más de ustedes, que lo sepáis, ahora y siempre. Vuestro orgullo es mi orgullo», dijo entre aplausos y bajo la típica sobreactuación que la ha caracterizado y que, de alguna manera, la ha hecho grande; a buena entendedora, pocas palabras bastan.
En seguida, se interpretó que la Pantoja había salido del armario después de tantos años de especulaciones y de medias tintas. Sin embargo, la alegría del colectivo LGTBI, siempre feliz de recibir nuevas incorporaciones, se disolvió pocos días después cuando «algunas personas de su entorno», entre otras, su hija con la que no recuerdo si ahora se habla o no, afirmaron que en ningún caso la Pantoja ha pretendido señalarse, que era un gesto de solidaridad y de agradecimiento, y que le indigna que pensemos que ha salido del armario como bisexual.
Las folklóricas parecen diseñadas para no llamar a las cosas por su nombre a no ser que estén escritas por Quintero, León y Quiroga, siempre atrapadas en un amor temerario, acaso sugerido, expresado en público entre bromas que comparan el lesbianismo con la degustación de crustáceos y mariscos, envueltas todas ellas en una fascinante ambigüedad nunca resuelta. Ni lesbiana, ni bisexual, ni todo lo contrario. Resulta curioso, aunque aquí nada es casual, que las palabras de la intérprete de 'Se me enamora el alma' hayan sido tan parecidas a las de María del Monte, que hizo lo propio en el Orgullo de Sevilla, presentando a la que todo el mundo ya identificaba desde hace años como «su pareja» desde hace 23 años. La versión de la «ex amiga íntima» de la Pantoja fue: «Soy una persona más de todos los que estamos aquí y de todos los que forman parte del mundo», algo que escrito así puede parecer una obviedad como una catedral de grande, pero en boca de las folklóricas cualquier término adquiere consideraciones más profundas.
Al final, este supuesto reconocimiento público de la identidad ha resultado ser cobarde; evitando la exposición, alegando a la supuesta intimidad de la orientación y de la identidad no tiene comparación con los que sí han sido valientes y han abierto camino a los demás. No es momento de retozar en la ambigüedad, sino de mojarse.
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