Sería interesante conocer el coste que para la administración pública ha tenido este interminable proceso electoral que comenzó con las Elecciones Andaluzas del 2 de ... diciembre de 2018 y continuaron con las Elecciones Generales del 28 de abril y las Elecciones Municipales y Europeas de hoy domingo, 26 de mayo. Y no me refiero sólo al coste económico, sino a la parálisis y ralentización que suponen los periodos electorales. Muchos proyectos e iniciativas quedan a expensan de lo que pase y, una vez que pasa algo, cuesta mucho trabajo reanudar la marcha.
Así que lo mejor de la jornada electoral de hoy es que a partir de mañana toca trabajar, ponerse manos a la obra y sacar a este país del inmenso laberinto político en el que está inmerso.
Pero mucho me temo que no va a ser fácil que el Gobierno de Pedro Sánchez se ponga a caminar, porque ahora dependerá de complejas negociaciones para ser investido presidente. El bochorno del pleno de Constitución de las Cortes Generales es un anticipo de lo que se puede vivir en esta legislatura. Y no es, precisamente, para ser optimistas.
En Andalucía, una vez cumplidos los cien primeros días, se aventura mucha más normalidad de la prevista y falta por saber si los intereses de Madrid o las componendas municipales afectarán a la estabilidad del pacto PP-Ciudadanos y al apoyo de Vox.
Lo que sí es seguro es que las próximas corporaciones municipales se caracterizarán por la fragmentación y por la necesidad de negociaciones que en el ámbito local están marcadas más por cuestiones personales que políticas. Y en este caso siempre recurro al ejemplo de Ardales en 2007, cuando el PSOE perdió la Alcaldía por un pacto entre Izquierda Unida y Falange. La razón no era otra que el concejal comunista y el concejal falangista eran amigos de la infancia. Y lo que unió la amistad no lo rompió la política.
Pese a ello, parece evidente, aunque más bien triste, que la bolsa de ayuntamientos y diputaciones corre el riesgo de convertirse en un mercadeo político que responderá a la conveniencia de los grandes líderes más que a los intereses de los pueblos y ciudades.
La noche electoral va a resultar apasionante y taquicárdica para más de un alcalde en la provincia de Málaga. Y especialmente en la capital, donde Francisco de la Torre se aventuró al más difícil todavía, jugándose toda la campaña y quizá toda la victoria a una carta: su marca personal. No caben medias tintas en esta batalla: el éxito más rotundo o el fracaso más doloroso. Y todo ello sabiendo que, si le salen las cuentas, siempre necesitará el apoyo de Ciudadanos y, si llega a entrar, de Vox. Y eso está por ver.
Como en tantos otros lugares de la provincia de Málaga, no sólo habrá que tener la aritmética a favor, sino emplearse a fondo en el difícil arte de la seducción política, mucho más difícil después de estar meses tirándose los trastos a la cabeza. Cosas tenedes, el Cid, que farán fablar las piedras. Pues eso.
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