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José Ibarrola
Contra el terrorismo y la islamofobia

Contra el terrorismo y la islamofobia

La Tribuna ·

Los grupos terroristas islamistas golpean mayoritariamente a las propias sociedades musulmanas, pero en Occidente no se le dedica la atención que reciben otros atentados

javier fernández arribas

Lunes, 22 de abril 2019, 00:24

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La convivencia entre cristianos y musulmanes en todo el mundo se pone a prueba diariamente. Hay roces en las relaciones diarias entre personas que practican distintas religiones que no deben considerarse un problema. Si acaso, algo parecido a lo que ocurre en el conjunto de las relaciones entre cristianos o entre musulmanes. Sí es cierto que si estos roces aumentan considerablemente en número y en intensidad pueden alcanzar una dimensión que se encuadra en un problema que debe zanjarse de raíz y de inmediato para evitar que crezca y su relevancia afecte entonces, gravemente, a la convivencia. Son los atentados terroristas los que causan un ascenso notable en casos de islamofobia como respuesta inmediata e irresponsable llevado por un rencor pasajero y poco reflexivo. El terrorismo también se registra contra los musulmanes.

Es más, los grupos terroristas islamistas conocidos golpean mayoritariamente a las propias sociedades musulmanas y árabes, pero en Occidente no se le dedica la atención que reciben los atentados en suelo europeo o norteamericano o en otros lugares. El riesgo de que se incrementen acciones de grupos supremacistas blancos y cristianos se ha comprobado en la localidad neozelandesa de Christchurch donde 50 personas fueron asesinadas por un terrorista occidental que atacó con armas automáticas dos mezquitas. Hubo un enorme pesar por la pérdida de vidas humanas y una enérgica condena desde todos los estamentos de las sociedades occidentales. Y lo que más queremos resaltar es la actuación de Jacinda Ardern, la primera ministra de Nueva Zelanda, que reaccionó inmediatamente con empatía, cariño, consuelo y mucha cercanía con la comunidad musulmana terriblemente golpeada en un pueblo de su país donde nadie sospechaba que pudiera producirse un ataque de esas dimensiones.

Hay que estar muy atentos a lo que se mueve en internet para intentar prevenir este tipo de acciones execrables. Es imposible vigilar a los millones de personas que habitamos en este alocado mundo, pero sí hay métodos para detectar ciertas tendencias, comportamientos y opiniones que hay que investigar a fondo. Jacinda Ardern dio una lección perfecta de cómo atajar posibles reacciones airadas provocadas por un inmediato ánimo de venganza y redujo las opciones de tenencia de armas en su país. Marcó el camino de cómo debe actuar un dirigente político frente a la islamofobia y al terrorismo, de cara a sus conciudadanos y vecinos, a los extraños y desconocidos, a los de una religión diferente, pero seres humanos con derechos y obligaciones que merecen todo tipo de respeto, protección, tolerancia y reconocimiento.

Una vez más, en esta ocasión en una visita a Marruecos, el papa Francisco invitado por el Comendador de los Creyentes, el rey Mohamed VI, lanzó mensajes de entendimiento y tolerancia entre religiones. Poco menos de un mes antes lo había hecho durante su viaje a Abu Dhabi, a Emiratos Árabes Unidos, donde firmó un importante documento Fraternidad Humana para la Paz Mundial y la Convivencia donde se recogen pautas de comportamiento para el entendimiento entre cristianos y musulmanes.

Estos días hemos asistido a la reacción de apoyo y solidaridad desde todos los puntos del planeta, incluidos países árabes y musulmanes, con el pueblo francés y europeo tras el incendio en la catedral de Notre Dame de París. Este lugar de culto y de atracción turística es considerado como una de las cunas del cristianismo y de la cultura universal y su reconstrucción plantea una serie de retos donde las aportaciones privadas de grandes empresas y fortunas pero sobre todo de los ciudadanos de a pies, no solo franceses sino también europeos y del resto del mundo demostrarán si la crisis actual de principios y valores puede superarse teniendo como pivote de unidad esta trascendental tarea.

Hablamos de la participación de todas y cada una de las personas en las iniciativas que revelan altura moral y cívica, pero también destacamos la perseverancia pacifica y firme que han demostrado en las calles de las ciudades de Argelia y Sudán miles de personas que han logrado que presidentes autoritarios hayan sido relevados del poder después de muchos años ejerciéndolo. Abdelaziz Buteflika en Argelia y Omar al-Bashir en Sudán. Un nuevo horizonte se ha abierto en estos dos países donde la caída de los presidentes no es suficiente para las demandas de democracia y libertad de los miles de manifestantes. En Libia, la ofensiva del mariscal Jalifa Haftar sobre Trípoli ha abierto una nueva opción de superar el vacío de poder que permite a milicias y grupos terroristas, criminales y mafias de tráfico de seres humanos campar a sus anchas en lo que se considera un estado fallido con dos gobiernos enfrentados, que representa una seria amenaza a la estabilidad de toda la región del norte de África y el Sahel que debe terminar lo antes posible.

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