La tele rota
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Todos los días son buenos para gastarQué master debe uno cursar, quisiera yo saber, para alcanzar la sabiduría esencial respecto a qué televisor elegir y cuánto vale, que tengo a varias ... personas a las que veo dispuestas a matricularse. Su objetivo es claro: enterarse por fin de qué son las nanocélulas, la diferencia entre LED, OLED y QLED y por supuesto toda la cuestión que engloba lo que viene siendo el HDR 10 y sus diferentes ecosistemas. Comprender por qué las teles están dejando de llevar entrada de auriculares y solo tienen salida digital, tan modernas, y consolidar la inescrutable desigualdad en la calidad de los sonidos, teniendo en cuenta durante todo el proceso el rango de precios. Una pantalla de tamaño considerable parte de unos 300 euros para los más austeros y se va hasta lo que a uno le apetezca gastarse, miles de euros si se quiere. Todo indica que, a partir de cierta cantidad, la única diferencia está en la imagen, pero no de la pantalla, sino de quien la compra.
Pero no es solo lo que imponga el presupuesto de cada uno porque, como viene siendo la tónica en la vida, no siempre lo más caro tiene que ser mejor por necesidad. En el libre comercio, siempre pasa algo especial que incluye una rebaja, todos los días son buenos para gastar, la vida está en continua temporada de rebajas y los precios oscilan según variables difíciles de descifrar por lo que, una vez decidido el modelo, hay que elegir el proveedor. Si es por internet, hay que tener cuidado de que no te estafen. Si nos inclinamos por el comercio tradicional, el trance puede ser más llevadero, aunque hay que confiar en los dependientes hasta donde se nos indique, acaso tanto como aquel amigo que cuando iba a unos grandes almacenes solo valoraba comprarse la ropa que llevaba puesta el maniquí, pero de su talla. Toda su concepción de la moda se limitaba a lo que llevaban puesto los maniquíes de El Corte Inglés y, a veces, puestos a decir marcas, a los desfiles de Victoria's Secret.
Antes no había tantas opciones, de una cosa ni de la otra, pero también entonces veíamos la tele de cualquier manera. Lo importante era que se viera lo que estaba pasando, así de simple. Pero ahora, no. Lo dice alguien que tiene el televisor roto. Y que ahora se siente abrumado ante un montón de posibilidades distintas. Infinitas resoluciones. La indecisión acecha y sigo disfrutando de mis anomalías. A la tele le han salido haces de luz blanca que provocan que en los paisajes se vean dos o tres soles, que todos los actores padezcan vitíligo y vayan con la ropa manchada de lejía. Y la zona superior está oscura. Allí parece que siempre es de noche.
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