SUPERHÉROES EN LA ESCUELA
Carta del director ·
Aún recuerdo con nitidez a los maestros que marcaron mi vida. Y tuve la suerte de que todos lo hicieron para bien. Cada uno con ... su sello, sus cosas, su forma de ser. Incluso, con el paso del tiempo, añoro con cariño a Doña Carmen, que en más de una ocasión me tiró de las patillas mientras yo hacía el ejercicio inverosímil de ponerme de puntillas para intentar evitar el daño. Seguro que algo habría hecho yo, aunque no me viene a la memoria. Todos, Rafael, Armando, Amparo, Vélez, María Luisa, Carretero, Dámaso, Tula y tantos otros, pusieron su empeño en hacernos a todos un poco mejores. Siempre existe en nuestras vidas aquel maestro que tuvo la palabra adecuada y en el momento justo que, quizá sin saberlo, nos cambió para siempre.
Porque las escuelas están llenas de superhéroes que, además de enseñar, escuchan, hablan, acompañan o, simplemente, dan un gesto de ánimo que se convierte en un cohete supersónico para la autoestima de un niño. Ellos, los maestros (y profesores, aunque creo que todos son maestros) modelan nuestras vidas como lo hacía don Rafael en aquella clase de 4º de EGB en el Sagrada Familia que, cuando terminaba de explicarnos matemáticas, nos ponía a todos a trabajar con el barro. Él, sin saberlo quizá, nos enseñó mucho más con el torno que con la pizarra. Los niños crecen y toman forma a través de las manos de sus maestros, como alfareros de la inteligencia emocional, de la seguridad, de los principios y valores que quedan incrustrados en nuestra forma de ser.
Escuchando a Patxi Velasco, director del María de la O en los Asperones, pude comprobar esta semana el extraordinario valor de aquellos que tienen la responsabilidad de educar más allá del temario. Y de aquellos, como el propio Patxi o Patricia, Juan Ignacio, Rosa, Sonia y muchos más, que tienen una impresionante vocación docente que trasciende a su papel educador.
Son artesanos de la enseñanza, con la sensibilidad suficiente para leer en los ojos, los gestos o los silencios de los niños y niñas de su clase y darse cuenta de sus necesidades o carencias. Por ello es tan importante empoderar al profesor en un amplio sentido; retribuirlos mucho mejor porque son los que tienen en sus manos el futuro de la sociedad, y respaldarlos con medios y tiempo. Sólo así podremos alcanzar la excelencia, garantizar la formación continua y contar con los mejores educadores a través de un alto nivel de exigencia. Los médicos salvan vidas en los quirófanos y los profesores salvan vidas en las aulas. Por eso una sociedad inteligente debe cuidar a sus médicos y a sus profesores.
Porque sí, un maestro es un superhéroe. Pero no todo el que estudia Magisterio o aprueba unas oposiciones es capaz de cambiar el mundo como lo hacen aquellos convencidos de la trascendencia de su docencia, de la necesidad de innovar y aprender constantemente y de que detrás de un niño siempre hay un diamante por pulir que tan solo necesita a alguien que lo haga brillar. Gracias a todos esos maestros.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión