Suicidarse enseguida
Algunos casos de premios y de suicidios demasiado tardíos
Hace 35 años murió el poeta sevillano Vicente Aleixandre, muy vinculado a Málaga y ganador del premio Nobel de literatura en 1977. Anteayer ganó el ... premio Nobel de literatura 2018 la polaca Olga Tokarczuk, y el ministro de Cultura de Polonia, Piotr Glinski, se jactó de no haber logrado terminar ninguno de sus libros. Glinski, del partido conservador PiS, la cagó, y ayer rectificó felicitándola. También anteayer se falló el premio Nobel de literatura 2019 y lo ganó el autor austriaco Peter Handke. Handke tuvo un posicionamiento muy polémico en la guerra de los Balcanes y, aunque de serbios es rectificar, visitó a Milosevic en la cárcel de La Haya, donde murió. A ver, murió Milosevic, algunos dijeron que suicidado. Handke no murió, porque la Academia Sueca exige que la persona premiada esté viva, aunque eso no siempre depende de uno. Prefiero que me caigan bien los autores que leo, pero lo que realmente me importa es que escriban muy bien. En 1920 el premio Nobel lo ganó el noruego Knut Hamsun, simpatizante del partido de Hitler, que invadió Noruega, y en 1943 le envió a Goebbels, uno de los ministros alemanes más cercanos a Hitler, la medalla del Nobel. Goebbels llegó a ser canciller del Reich tras el suicidio de Hitler, pero sólo fue canciller un día, porque también se suicidó al día siguiente, 1 de mayo, día de los trabajadores. Goebbels dejó un diario con más de 60.000 páginas, pero no le dieron el Nobel de Literatura.
Winston Churchill, que como su nombre indica era un fumador empedernido, ganó el Nobel de literatura en 1953. Murió en 1965, y dicen que sus últimas palabras fueron «es todo tan aburrido». Normalmente uno no sabe cuándo va a morirse, por eso es complicado acertar con una frase memorable. Si uno se encuentra mal lo normal es que se queje, y esas frases son incómodas de recordar para los suyos. La sopa está asquerosa, quítate de ahí, dónde están mis zapatillas, son algunas de esas frases que los hijos maquillarán. Otro de los principales ministros de Hitler, Rudolf Hess, también se suicidó, pero a los 93 años. Era el único preso de la cárcel de Spandau. Ayer murió en una cárcel gallega el único ocupante de una galería, un preso muy peligroso que llevaba 8 días en huelga de hambre. El día de su muerte pesaba 107 kilos (por cierto, la novela más conocida de Knut Hamsun, que recomiendo, se llama 'Hambre', aunque decir recomiendo al lado de hambre es contradictorio), así que imagínense lo que pesaba 8 días antes. Hess nació el 26 de abril de 1894 y Aleixandre el 26 de abril de 1898. El preso muerto había matado a su mujer y había dejado muerto a otro preso unos años antes, en Cádiz, donde termina una novela de Hamsun. A su mujer la mató mientras dormía y al otro preso lo mató a patadas, como para darle un premio Nobel al revés y que se lo tuviera que tragar. Hay gente muy mala que debería suicidarse enseguida.
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