Ser con sitio
INTRUSO DEL NORTE ·
La Avenida de Andalucía libre hubiera sido el hito del verano, pero sopla un tiempo raroHay una ciudad que se ha terminado y que, sin embargo, se ha vaciado. Hubo mucho tiempo en que la ciudad se llenaba y sólo ... habia obras y baches y una herida urbana nos separaba de la zona Oeste. Era, por así decirlo, como un Muro de Berlín a la verita de los grandes almacenes. En toda España se hablaba de las bondades de la nueva Barcelona que era el Muelle Uno, el Palmeral, y le pedíamos a Dios que no se vieran mucho los baches y las líneas amarillas de aquellas obras interminables.
De todo esto, al sol del Carmen, hablo con Ignacio Lillo en este refugio que es la Plaza del Nereo. Y sí, nos ha venido la peor época para cerrar una cicatriz histórica que se nos había enquistado y que formaba parte, ya, de ese paisaje urbano y canallita. Ha habido parejas e hijos crecidos que se han roto y se han arrejuntado mientras que seguían las obras. Mientras tanto, sí, también pasaba la Historia en esas mayúsculas que dice el filósofo hermano Marcos Ondarra.
Una ciudad es todo un mundo si amamos a uno sólo de sus habitantes, y nosotros amábamos a los malagueños que estaban más allá de las obras, aunque nos los viéramos. Yo extrañaba a la Torre de Vasconia, pero atravesar ese Sáhara/Kalahari suponía como un desafío y preferí la aventura de irme al Caminito del Rey y al Camino de Santiago.
La Avenida de Andalucía libre hubiera sido el hito del verano, pero nos ha venido a tenazón el cansancio moral de este tiempo raro en el que sonreímos lo que podemos y dentro de la profilaxis. Hacía tiempo que no pensábamos aquí la ciudad porque en el mes que llevamos de relativa calma, hemos tenido que liberar las pulsiones que habíamos soterrado en el secuestro civil. Hasta se nos olvidó pensar en el skyline, aunque a veces nos hemos subido al mirador del Blapo a eso mismo, a repensar la ciudad y a darle a nuestros ojos horizontes porque se nos habían quedado las pupilas secas de mirar a las mismas paredes: como los soldados del Somme.
En otra época hubiéramos ido a la Avenida de Andalucía con banderas y cascos de constructores a celebrar que la ciudad se celebró (sic). Contradiciendo a la obra del gran Álvaro García, la ciudad vuelve a «ser con sitio», y hasta que se encuentre la vacuna andaremos en ese mismo ensimismamiento pero ya, por ventura, en una ciudad liberada de esas zanjas que creíamos interminables.
En el fondo, el fin de las restricciones en la Avenida de Andalucía es una metáfora vaga de que de todo se sale si hay voluntad, calma y buenos alimentos. Recuerdo las palabras de Lillo: hemos puesto la ciudad de dulce cuando intentamos recuperarnos de los desastres de la guerra.
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