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Nadie en Andalucía duda del liderazgo ejercido por Málaga no sólo como motor económico de la región sino como ejemplo de la apuesta por la innovación y el progreso. La transformación de la ciudad como eje urbano, cultural, turístico y tecnológico, el enorme peso como destino internacional de la Costa del Sol y la trascendencia del aeropuerto fueron elementos decisivos para que Málaga se consolidara, de verdad, como la locomotora de la comunidad andaluza.

Sevilla, que históricamente se había mantenido al margen de lo que ocurría más allá del Guadalquivir, empezó a ver el dinamismo de Málaga primero con recelo y luego con admiración. ¿Qué hacéis en Málaga? ¿Cómo lo hacéis? Esas eran las preguntas más habituales entonces cuando uno viajaba a Sevilla. El alcalde Juan Espadas captó ese mensaje e hizo lo que muy pocos querían hacer, subirse al coche, cruzar las fronteras hispalenses y visitar Málaga. Se subió al carro del eje Málaga-Sevilla e incluso quiso liderarlo frente a cierta suspicacia de De la Torre; preguntó, debatió y buscó información; acudió a lugares que eran territorio común de Málaga y la Costa del Sol, como la World Travel Market de Londres, y planificó una estrategia que está llevando a cabo con aparente acierto.

Sevilla ha organizado la gala de los Premios Goya y la Word Travel & Tourism Council (con la presencia marketiniana del expresidente de Estados Unidos Obama) y en los próximos meses será sede de Emotions, el gran evento Iberoamericano de Turismo de Lujo; la Gala de las Estrellas Michelin 2020; la Reunión Interministerial de la Agencia Espacial Europea; la nueva edición de la Global Summit CAPA Low Cost Long Haul, centrada en este caso en la industria aeronáutica; la cumbre internacional de parques tecnológicos, y la nueva cita de los Premios MTV recogiendo el testigo de Bilbao, entre otros eventos.

Quiere ello decir que aspira a convertirse en la referencia andaluza de grandes eventos del turismo, la cultura y la tecnología, los tres pilares sobre los que se ha basado, precisamente, el desarrollo de Málaga.

Me atrevería a decir que Juan Espadas es un alumno aventajado de Francisco de la Torre y que si nuestro alcalde se descuida, puede robarle la cartera, si se permite la expresión. Más aún con la desproporción existente en cuanto al histórico apoyo de la Junta de Andalucía -tanto económico como en equipamientos de infraestructuras- a favor de Sevilla frente a Málaga.

Así que ojo con Sevilla. Málaga tiene que espabilar si no quiere verse relegada a un segundo plano y debe, de una vez por todas, ser más ambiciosa en sus proyectos y reclamar más y mejores infraestructuras (un Auditorio de verdad y no de juguete, por ejemplo; o una ampliación del Palacio de Ferias y Congresos capaz de albergar grandes citas ahora imposibles por falta de aforo). En esta carrera hace falta trabajo, imaginación, apoyo político y dinero, además de una inequívoca decisión para defender y proteger lo que es de Málaga.

El gran problema de Málaga es que carece de un frente común capaz no sólo de reivindicar las necesidad de la provincia, sino de reaccionar con virulencia a los agravios comparativos. Hay que terminar con la idea extendida -especialmente desde Sevilla y el Gobierno central (del PSOE ahora y del PP antes)- de que todo está hecho en Málaga y de que no necesita más inversiones.

Mientras aquí andamos criticanto permanentemente todo y enredados con las obras del metro, la limpieza, las terrazas y un sinfín de problemas domésticos de baja escala, en otros lugares andan preocupados de cosas más trascendentales para los intereses generales. Aquí, en Málaga, hay que volver a pensar a lo grande. A lo grande, ande o no ande; como los tronos.

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