La seguridad no es lo primero
La seguridad no aparece entre las preocupaciones de la gente de Málaga
Me habría encantado tener sangre gitana y estaba orgulloso de mi origen árabe, pero un estudio concluye que los árabes y bereberes no dejaron en ... Andalucía más huella genética que en Manresa o Bilbao. Estoy hasta los genes de tanto estudio. No somos nada. Un tipo caucásico del montón. Casi caucásico. Caucasoide. Ochocientos años para que venga Vox y lo vea. Lo bueno es que la identidad no es un asunto importante en esta tierra, donde lo que nos preocupa es la limpieza (cuando debería preocuparnos por qué ensuciamos tanto, tontos) y después una aparente incompatibilidad de preocupaciones: el paro y la movilidad. La seguridad apenas preocupa en Málaga y eso que nos han robado un maletín nuclear. Que la T.I.A. nos mande dos agentes ya. El equipo radiactivo lo han robado en Toledo (Toledo también está lleno de gente caucásica, tanta tres culturas ni tres culturas) pero pertenecía a una empresa malagueña. A lo mejor un día nos paramos en un semáforo y el conductor que se hurga la nariz en el coche de al lado lleva en el asiento trasero una barrita de uranio enriquecido. El fin de semana pasado Málaga se convirtió en la capital de la ciberseguridad en España, pero seguimos usando plástico para todo. Uno de los expertos que intervino en el evento se llama Alberto Segura, analista de Hispasec. Hay apellidos que pueden condicionar una vida. La profesión va por dentro. Quizá por eso muchos querían que Rodríguez Zapatero hubiera hecho caso a su condicionante y no se hubiese dedicado a la política. Lo de Ana Mato ya ni lo comentamos. Son juegos de palabras facilones y por eso a Francisco de la Torre vamos a dejarlo, que ya tiene bastante con las negociaciones para seguir siendo alcalde.
Hemos dejado de tener miedo de que nos roben el radiocassette del coche porque los coches ya no tienen radiocassettes y porque la epidemia heroinómana de los 80 pasó, aunque ha resurgido en los Estados Unidos, de donde importamos lo importante. Una de mis grandes preocupaciones es que se estrelle un avión y, siento el egocentrismo, ir en ese avión. Lo peor de morir en un accidente de avión es que te haya tocado un plasta al lado y no hayas disfrutado del último rato de vida. Ayer en un vuelo de Madrid a Santo Domingo un tipo simpático trató de abrir la puerta en pleno vuelo. El avión se dio la vuelta, en vez de haber tirado al hombre. Igual lo tiras y cae encima de alguien. El aeropuerto de Málaga es seguro pero no puede usar bien las dos pistas por la antena de Canal Sur. El PSOE hacía las antenas demasiado altas. Dicen que con una antena más corta podríamos ver a Juan y Medio igual de bien. Juan y Medio es de un pueblo de Almería llamado Lúcar, como el Evangelista. El hombre del avión era blanco pero se había puesto morado. La seguridad es muy importante. Cuando aparezca el equipo radiactivo deberían meterlo en la cámara acorazada de los exámenes de selectividad.
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