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Día 14 del 10, día de San Domingo Loricato. El día de la sentencia y por la Constitución, mecida lenta. Sin caballo y sin nazarenos. Una sentencia leída con latinajos, basada en el Derecho: con sus condicionantes y sus atenuantes y esa prosa jurídica que estimo como impecable.

Se escucharán muletillas como «desde el respeto a la Justicia ... X» en la que se ampararán los melindres, los terceristas, los que todos nos conocemos... Pero volveremos a vivir otra semana histórica y nadie estará a la altura. Y no me creeré las lágrimas y haré bien.

En Barcelona hoy hace bochorno, bochorno de siglos. Esa misma climatología que enloquece a los más cafeteros y que deja en casa a las 'tietas', más morigeradas con eso de las bombetas de última generación.

El Estado puede que haya vencido a los sediciosos, pero viene siendo mucho lo que nos vamos dejando en el fuego. Se ha ido erosionando mucha tierra, mucha patria que era nuestra. Por aquel golpe por octubre -y por lo que vino detrás- sufrimos el retraso en ciertas cosas que eran las más nuestras. Se vio, de forma meridiana, que las lealtades del nacionalismo son una paradoja dolosa, y en esa piedra volverán a tropezarnos (sic) de aquí al infinito.

Y luego está el PSC, metido entre los visillos de una cosa y la contraria. A retranca de la Historia y pasando después el cazo. Habrá quien se los crea a ellos -al PSC- y a Sánchez: pero me conozco a mis clásicos y sé que entre la exhumación y cuatro petardos en Cataluña la peña implosiona y todo sale según Iván Redondo.

Están mercadeando con lo más sagrado -el país-, y ya no nos queda conciencia para afearles las vergüenzas. Todo lo fían a Greta. Y tan así nos va que andamos derretidos, el mar volverá a llegar al Málaga Palacio -a la terraza-.

El 1-O queda ya lejos, como las películas del Astoria. Pero sus ecos perseguirán a esta generación -la mía- que no sabe cómo capear la crisis que viene ni tiene santo al que encomendarse. Hoy no hay nada más que el 'temita' en los pitufos de los sabios o en los churros atardecidos de Casa Aranda. Lo que pasa es que en ese 'temita' nos va mucho: cómo el Estado se defiende, cómo el Estado cuenta esa defensa, cómo los 'procesistas' lloran mientras llaman a una paz con pólvora.

No cabe ya la conllevancia orteguiana. Ni menos aún, esos análisis de ciertos pensadores mediáticos que dicen que el español, por el hecho de serlo, odia a Cataluña. Lo que cabe es que de una vez por todas se frene un movimiento infame que ha seducido a algunos, a muchos. Incluso por estas latitudes.

En la televisión siguen con el ritornello de basuras. La presentadora se cruza de piernas en un 'serpentinatto' imposible mientras contactan con Cataluña. Ya hay Lotería de Navidad. Qué bonita es Badalona...

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