Rosalía y la mano del hombre
VOLTAJE ·
Asumir que hay un hombre detrás del éxito de una mujer es un proceso que no se genera cuando el artista es élHace poco me vi envuelto en una conversación de las que pensaba que ya no tendrían lugar, con argumentos alucinantes y disparatados, un coloquio de ... la vieja escuela cuya protagonista era, en este caso, Rosalía. Era el fin de semana después de su concierto en Marenostrum Fuengirola, en otro concierto en el que la proporción de asistentes que habían estado en la parada malagueña de 'Motomami' era contundente, así que se convirtió en el principal tema de conversación.
De todas las opiniones que escuché sobresalían la de tres amigotes que, para más señas, se mueven en los cincuenta, son listos y portentosamente heterosexuales, no digo yo que no haya alguna mácula, pero sí que viven su sexualidad de una manera militante. Respecto al concierto de Rosalía, podemos abreviar diciendo que no les gustó, lo cual ya era presumible. No les culpo. No sería la primera vez que uno va a ver algo con la predisposición de que no le guste.
Estaban muy afectados por la ausencia de instrumentos analógicos sobre el escenario, lamentaron la condición portátil de su escenografía y, esto es lo que dio la vuelta a mis ojos, avisaron de que se nota mucho «la mano del novio, el Rauw Alejandro este», y ahí desplegaron una teoría mediante la cual Rosalía ha sido una vampira artística que se ha alimentado del talento de su entorno, por supuesto, todos tíos. En el primer trabajo, el guitarrista y productor, Refree. En el segundo, C Tangana y El Guincho. Y en este, según parece, su actual pareja, con la que ni siquiera estaba cuando empezó a componer el disco. Asumir que siempre hay un hombre (u otra persona) detrás del éxito de una mujer es un proceso que no se genera cuando el artista es él. Este arranque misógino somete a Rosalía a una encrucijada, porque ya no es que lo haga mal, es que ni siquiera lo hace ella.
No importa las veces en las que haya demostrado su talento o su conocimiento, ni que, en las pocas ocasiones en las que se le pregunta por su música en las entrevistas, sepa explicar todas las letras y cada uno de los sonidos del álbum, y de concretar por qué están ahí o de dónde han salido. El sesgo machista es evidente, pero a él se le adhiere una cuestión generacional, que algo consuela, aunque la vida nos enseña que la edad no lo es todo a la hora de convertirse en un carca. Hay gente que nace ya vieja.
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