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Una realidad en funciones

Sin ir más lejos ·

A un consejero cesante y sonado tras el 'crack' es fácil que se le agrave la percepción alterada del presente

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Domingo, 16 de diciembre 2018, 00:38

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En este tiempo político agitado y de presupuestos por venir, el poder tiene tendencia a más teatralidad e incluso es capaz de vestirse de rey mago todo el año para presentar como cosas extraordinarias faenas inaplazables de intendencia urbana. Se intenta envolver como el producto de una gran diligencia municipal la limpieza y desbroce del Guadalmedina, una de esas tareas in extremis que ha metido operarios y máquinas en pleno puente de la Constitución cuando el nivel de indignación vecinal entre puente y puente se desbordaba. La limpieza se había dejado de hacer y los brotes verdes acabaron convertidos en árboles hechos y derechos, todo un bosque urbano que en este caso no producía repelús al equipo de gobierno. El Ayuntamiento de Málaga tampoco ha estado atento a Gibralfaro, y parte de la muralla que pide a gritos atención y vigilancia todo el año ha mandado su alerta en forma de derrumbe más que preocupante. Si con estas cuestiones aparentemente menores, el calendario es el que ha sido, lo de esperar pasos decisivos en los grandes proyectos pertenece directamente al terreno de la ilusión, sobre todo cuando quinielas y cálculos electorales son la prioridad de todos sobre cualquier otra. De la pandemia de las promesas incumplidas no se libra ninguna administración. Si además el estado es el de consejero/a o cesante, las próximas semanas pasarán sin más novedad que el pago de nóminas como la única señal en el electro de un monstruo hibernado. Cuando tratan de convencernos de lo contrario, es fácil quedar en evidencia. El pasado viernes, la consejera de Salud en funciones le metía prisa a la Diputación para que le ceda ya los terrenos en los que levantar el ansiado tercer hospital de la ciudad en la parcela del Civil. Tiene guasa que la petición la hiciera la consejera en los actos de los 25 años del hospital Costa del Sol, un centro que precisamente ha pasado la última década con las grúas muertas de risa alrededor. En realidad no pide los terrenos del Civil sino una foto imposible del susanismo póstumo como haciendo los deberes en la prórroga. A un político cesante y sonado tras el 'crack' del 2D es fácil que se le acentúe la percepción alterada del presente, incluso del propio, hasta el punto de exigir a otros lo que los suyos han sido incapaces de despejar durante muchos años. Otro tanto se puede decir sobre el Auditorio para Málaga y esa extraña teoría, instalada también en la Junta antes del terrmoto socialista, de que el magnífico proyecto de Agustín Benedicto y Federico Soriano ya no vale. «No hemos asistido a una evolución humana en estos tres años», han derribado con ironía los arquitectos las sinrazones del consejero ahora en funciones. Andalucía tampoco ha evolucionado gran cosa, pero es evidente que las edades geológicas en política conducen a esa glaciación que ha congelado demasiados proyectos.

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