Los puentes de San Telmo
Sin ir más lejos ·
Moreno y Marín están a punto de sellar un pacto que promete mucho, pero sin contar con Vox, que amenaza con dejar el acuerdo hecho ... unos zorros si a Marín se le ocurre usar el desfibrilador para reanimar al PSOE. Los de Abascal y el juez Serrano no están por la labor de apoyar gratis el nuevo tánden político de la derecha, aunque tenga nombre de ferretería de toda la vida. El estreno de la franquicia radical no ha podido ser más sorprendente, y ellos y el resto se juegan demasiado como para pensar que después de haber escenificado ante los fotógrafos el preámbulo discreto de la mesa camilla, Ciudadanos y PP se arriesguen a fracasar. Es urgente afinar con Vox sin focos antes que jugársela con el método de la puerta fría y pedirles dinero para gasolina, y encima venderles la moto del pacto a Abascal&Serrano, una alianza férrea que suena a bufete especializado en la tramitación de títulos nobiliarios. No ha hecho falta notario para el pacto de las 21 medidas, entre ellas extender la eliminación del impuesto de Sucesiones también a los legados más distantes de la plebe tributaria. El papel todo lo soporta y, si además, existe una expectativa de cambio tan evidente en Andalucía, los cien primeros días necesitarían de una torpeza extrema para decepcionar a la clientela ante el empacho electoral en puertas. Lo que si va a hacerles falta a Moreno y, sobre todo a Marín, es cirugía estética para coser la trayectoria imprevisible del empitonamiento severo que Vox les prepara. El apoyo puede ser revolcón letal para los de Rivera. Se anuncian embestidas a todo lo que en el Boja huela a rojez socialdemócrata, desde la educación al PER, del feminismo a los inmigrantes, un pendulazo para la historia donde con gusto el Nodo sería el mejor plan b informativo de la RTVA. Quedan meses de vértigo en la política española y Vox en Andalucía va sin arnés. Toda España mira al laboratorio andaluz, donde la política ha sido un territorio desconocido de la escasa I+D+i. Especialmente atentos a Sevilla están Cassá y De la Torre, con arrumacos presupuestarios para avalar su tándem defensivo ante la próxima legislatura. Cada uno exhibe su medallero para parapetarse ante el avance de Vox. Cassá siente el fuego amigo contra su candidatura y se arrima a un alcalde ya sin la sombra alargada de Bendodo, que viajará del delfinario imposible a la tierra prometida del poder andaluz. En la cadena trófica Pedro Sánchez arriesga fondo perdido en parafernalia y gestos en Barcelona, y pone una vela al diablo y otra a la Constitución para no ser devorado. La foto con Torra, el Moisés que guía al pueblo elegido a la próxima barricada, es una arriesgada inversión. Andalucía y Cataluña, como siempre, decidirán el futuro. En las dos hay expectativas y material tan distinto como tóxico en manos de ultras. Con barretina o con sombrero cordobés el odio siempre se incuba bajo cualquier funda-mental.
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