La prensa como isla neutral
CARTA DEL DIRECTOR ·
Esta semana que ahora termina me topé con una frase de un filósofo y médico amigo: «En casa llevo un sombrero y en la oficina ... llevo otro, pero los dos me los pongo en la misma cabeza». Con ella hacía referencia a uno de los peligros de la vida moderna que directamente afectan a la ética y a la moral: la diferencia entre los comportamientos en la esfera pública y en la privada. Basta con echar un vistazo a la actualidad para darse cuenta cómo muchos de nuestros políticos se alternan estos dos sombreros continuamente, lo que nos hace preguntarnos sobre la legitimidad ética de sus comportamientos. La vida política se desarrolla estos días en un lodazal salpicado de trincheras inmorales y bajo una paradoja: todo el mundo habla, escribe y debate sobre un palo de golf pero en realidad es una escoba. Y así todo. Estamos acostumbrados a que los políticos se insulten, pero ahora ya, incluso, insultan a los ciudadanos que no piensan como ellos; y ocurre igual en algunos medios de comunicación, en los que las peleas barriobajeras han dado paso también a insultar al contrario por sus ideas. Quizá asistimos a lo que el politólogo Arias Maldonado describe como una extraordinaria intoxicación populista de nuestra democracia.
Otro buen amigo y colega responde cuando le preguntan que él no es ni del Real Madrid ni del Barça porque él es del Málaga C. F. Pues lo mismo nos ocurre a unos cuantos cuando nos preguntan si somos de izquierdas o de derechas, porque somos incapaces de etiquetarnos y, muchos menos, de convertirnos en abanderados de unos o de otros. Me resulta igual de detestable que se utilicen los términos 'perroflautas' o 'pijos' como insultos de clase. Al final, aunque no quieran reconocerlo, los extremos terminan tocándose.
Y lo cierto es que concibo el periodismo como una isla neutral desde la que iluminar informativamente la realidad, porque ello permite analizar y criticar indistintamente a los gobiernos y administraciones de derechas o de izquierdas. Ello no significa ser equidistante, porque uno pretende situarse y situar al periódico en el lado de los valores constitucionales, de los derechos y libertades fundamentales y de los intereses de la sociedad malagueña, especialmente de los más débiles. Pero este tipo de periodismo parece no estar de moda, cuando hay medios que se declaran políticamente de un lado u otro y así, quizá, ven la realidad desde un único punto de vista y terminan por ponerse un sombrero para hacer periodismo y otro para andar por casa. Les ocurre igual a esos periodistas que critican a su colega por ser de una ideología y ven natural que ellos sean y militen en la contraria.
Esta forma de entender la prensa como isla ideológicamente neutral suele tener como coste que ambas trincheras te consideran su enemigo, lo cual hace pensar que uno está en el lugar adecuado. Y tiene la ventaja que permite moverse, hablar y escribir con total libertad, sin esas ataduras tan molestas que son los prejuicios o los bandos.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión