Polos opuestos
Cruce de vías ·
El peligro del verano son las altas temperaturas y las prolongadas horas de convivenciaEl próximo miércoles comienza el verano y como todos los años me encerraré en casa y permaneceré recluido hasta el viernes 22 de septiembre. Las ... dos fechas las tengo marcadas en el calendario con las palabras ‘encierro’ y ‘salida’. Me aguardan unos meses tranquilos sin ver a nadie más que a las pocas personas que vayan a comprar al supermercado a las tres de la tarde y a quienes llamen por teléfono para preguntar si pueden visitarme y comprobar que sigo vivo. El miedo al verano empecé a sentirlo hace años y coincidió con el pavor que me producen las aglomeraciones de gente y vehículos. Así que cuando ruge la marabunta prefiero ocultarme en casa y disfrutar del silencio de las cigarras. No soporto ni las playas atestadas de bañistas ni los rayos ultravioleta que calientan las cabezas, hasta que estallan las neuronas y surgen los conflictos.
El peligro del verano son las altas temperaturas y las prolongadas horas de convivencia. Las familias se ven obligadas a compartir el día entero, sin descanso, y muchos no están acostumbrados. Hay quienes dicen que no es fácil pasar las 24 horas del día juntos sin que se produzcan discusiones. El mal del verano lo achacan al calor. Si las vacaciones se trasladaran al invierno, la culpa sería del viento. Y ya se sabe que la primavera la sangre altera. Da igual que haga frío o calor, siempre buscamos excusas para no ser felices.
Vivo en un lugar de vacaciones. Las dos ciudades de mi vida son capitales turísticas. Quizás por eso soy un tipo raro que no pisa la playa en todo el verano, hasta el 22 de septiembre. Me gusta viajar fuera de temporada. Aparte de las obligaciones laborales, me pregunto qué nos impulsa a elegir un determinado mes del año para tomarnos un respiro. «Soy de noviembre y me encanta la primavera», esta última frase define mi biografía. Un mes y una estación del año suplen las dos fechas más importantes de una vida. Noviembre significa para mí el renacimiento y los viajes. Primavera es una estación de parada obligatoria para contemplar el milagro de la naturaleza. Sin embargo, el verano reúne los mejores meses del año para casi todos excepto para los que no tienen vacaciones pagadas.
Hasta el miércoles dispongo de un plazo de tiempo suficiente para despedirme. Hoy empiezo a decir adiós como si emprendiera un largo viaje hacia la soledad más infinita. La Antártida, el gran desafío. A partir del 21 aprovecharé el tiempo en no hacer nada. ¿Cuánto hace que no hago nada? No recuerdo, quizás nunca. Ha llegado el momento de tomar decisiones valientes y encerrarme en el hielo hasta que llegue el otoño.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión