¿De qué planeta viniste?
Impresionado por los regates de Maradona, el comentarista argentino se preguntaba: «Barrilete cósmico, ¿de qué planeta viniste?» Tras la guerra de las Malvinas, Maradona resarcía ... el mancillado honor argentino, marcando un gol sideral a la selección inglesa en un mundial de fútbol. La pregunta del afónico comentarista quedó en el imaginario colectivo como interrogante ante fenómenos de naturaleza más o menos extraordinaria. Así que viendo a María Jesús Montero en su escaño uno no puede sino repetir: ¿De qué planeta viniste?
El barrilete -cometa sería el sinónimo- Montero procede geográficamente de Andalucía, pero moralmente proviene de un planeta de la zona oscura del universo, esa en la que proliferan las estrellas enanas y los agujeros negros capaces de producir fenómenos que alteran nuestra percepción de la realidad. ¿A quién cree representar la vicepresidenta de ese modo? Verdulera, le han dicho. Insulto para las vendedoras de hortalizas. ¿Representa la regeneración democrática que con voz de buen samaritano propugna Pedro Sánchez? ¿En ese palmeo, aleteo y provocación de patio de colegio o de cantina de bebida barata consiste la tal regeneración? ¿No se dan cuenta sus compañeros de que lo que hace Montero es meter goles en propia puerta, que no resarce ningún honor, sino que lo enturbia?
«¡Ta, ta, ta! ¡Es para llorar!», gritaba Víctor Hugo Morales, el comentarista del barrilete. Una grima más amarga provocan los visajes, muecas y aspavientos de la increíblemente vicepresidenta Montero. Es para llorar no por el hecho de que esta persona tenga ese triste concepto de lo que es la divergencia política, sino porque representa el estado de cosas, la deriva que ha tomado la política española. El enfangamiento, dicho en lenguaje de la Moncloa. ¿Que ese lenguaje es réplica de la fruta de Ayuso? Sí. Pero esa no es la cuestión. La cuestión no estriba en una sucesión de réplicas y contrarréplicas que no hacen sino ahondar el pozo ciego. Si desde el Gobierno se quieren arrogar la limpieza en el debate político e iniciar la senda regenerativa no pueden consentir el comportamiento pendenciero de esta señora que en los días de meditación de Sánchez imitaba en la puerta de Ferraz al Cholo Simeone y que en el escaño azul parodia a un Torrente envalentonado. Ya pueden repetir el mantra de «la derecha y la ultraderecha», apelar a la cansina máquina del fango y al despropósito verbal de Ayuso o Abascal para postularse como los impulsores de una regeneración que los hace diferentes. Nadie les creerá una sola palabra mientras el barrilete cósmico siga petardeando y fuera de órbita.
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