El día más peligroso es cualquiera
Cita en el Sur ·
Muchas de las personas que están leyendo ahora mismo el periódico sufrieron ayer un accidente de tráfico de camino al trabajo. Sobrevivieron, claro, pues en ... caso contrario no estarían leyendo la prensa, o si la leyesen no lo sabríamos. Se discute si hay vida más allá de la muerte, pero no solemos hablar sobre cómo ocupan el tiempo los que viven esa otra vida si la viven. Una vez soñé que había muerto y recuerdo que me daba todo igual. Me veía tirado en la acera ante la puerta de un autobús (a ver, lo que veía era solo mi cuerpo) y cómo alguien iba a avisar a mi hermano, pero no me recuerdo leyendo la prensa, quizá porque me desperté. Era un ente mirando a la gente. Pero a lo que iba, estimado lector herido, es que ayer fue el día más peligroso para conducir, según un estudio de la Dirección General de Tráfico. El cambio horario, la llegada del otoño, hacen que la ida al trabajo en coche sea peligrosísima, y no tanto la vuelta, como si no nos importase tanto retrasarnos, como si no nos entusiasmase lo que nos espera en casa, lo cual se supone que es lo elegido aunque en realidad no del todo. Más bien nos hemos adaptado, y no lo llevamos mal, pero tampoco se trata de acelerar para llegar a ello.
El sábado, tres días antes del día más peligroso para conducir, chocaron de frente dos coches a la altura de Carratraca, cuyo nombre asemeja el sonido de un accidente. Murieron los tres ocupantes de los dos vehículos, uno de los cuales invadió el carril contrario. Es decir, uno vuelve el sábado por la tarde de comer en un pueblo y se encuentra con un coche justo ahí y después ya nada, nada de nada. No se sabe aún cómo ocurrió, pero sin duda no es extraño que haya accidentes justo ahí pues se trata de una carretera de machotes al volante que no se detienen a leer los números encerrados en un círculo rojo en las señales de tráfico porque ellos saben lo que pueden hacer y cuándo hacerlo. Entre semana también es peligrosa la carretera, pues está llena de políticos con sus coches llenos de pasajeros que han pagado por ir con ellos. En un lenguaje de tío guay que no pega con su apellido, Espinosa de los Monteros llamó el otro día en Málaga a «bajar del carro» a los políticos «jetas». No sé si se refería a la oleada de dimisiones por llenar el carro y el bolsillo. Su mujer, Monasterio, no recuerda si era arquitecta en 2003, que no lo era, e investigan si efectivamente firmó proyectos como si lo fuera. Es verdad que si firmas un proyecto y no se cae deberían darte el título, pero así no va la cosa. El examinador de Tráfico que vio llegar a mi abuelo en coche para examinarse le preguntó si había tenido algún problema, y como le dijo que no le confirmó que estaba aprobado. Eran otros tiempos. Ahora algunos coches cruzan nuestras carreteras, y nuestras calles, como meteoritos. En serio, se nos está yendo de las manos.
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