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La luz es el sol que habita en un cable. Oscuridad derrotada. Alegría que despierta en la noche. La vida sin sueño que solo un ... apagón puede despertar de forma inesperada. Una angustia de cielo, mundo y hora, a la que Pedro Sánchez regaló su propio relato.
El 28 de abril de 2025, a las 12:33:16, España se apagó. Todo funcionaba con normalidad. Consumo moderado, producción suficiente. Bastante renovable y varias centrales nucleares paradas. Un lunes cualquiera. Pero en un instante, el sistema eléctrico colapsó y se abrió un episodio histórico que fue a la vez insólito y preocupante.
Cinco horas y media más tarde, Pedro Sánchez compareció. El sonido a pilas marcó su tono. Moncloa ya había construido su relato, uno al que la verdad molestaba. Ese ceroeléctrico se convirtió en animal de compañía, y volvimos al modo pandemia: ese catastrofismo ilustrado que tanto gusta al poder. Otra vez un todo por el pueblo sin el pueblo.
Desde el primer momento, el Gobierno rehuyó toda responsabilidad. Señaló a las eléctricas. Inventó una guerra entre renovables y la energía nuclear. Nadie discute el futuro verde mejorado. Lo que se exige es una red segura. Energía limpia, sí. Apagón limpio, no.
Del felipismo heredamos a la beautiful people, con un Miguel Boyer y Mariano Rubio, encarnando la contradicción permanente socialista. El sanchismo nos ha regalado la generación ceroléctrico: Beatriz Corredor, desaparecida en su particular 'Ventorro'; Teresa Ribera, huida a Bruselas tras legarnos un modelo energético imposible; Fernando Grande Marlaska al que nadie obedece; Óscar López con su 2 de mayo particular; Sara Aagesen sin parar de llamar a Portugal donde no le cogen el teléfono y un Óscar Puente, enredado en su juego de trenes. Gestores imposibles para un país que sigue pagando la factura. Tortilla de patatas con o sin cebolla, esa era la cuestión fundamental en la reunión del Consejo de Seguridad Nacional. Mejor resumen, imposible.
Pedro Ceroeléctrico Sánchez hizo suyo el aforismo del poeta Roberto Juarroz: «Allí donde la luz no alumbra, tal vez alumbre la sombra».
Sigue intentando deslumbrarnos, ¿cuánto oscuridad más nos queda?
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