Pandemias
Es descorazonador el nivel de estulticia que nos acecha en progresión geométrica
De verdad que a veces llega un punto en el que, si no fuera por los hijos y por la mala costumbre de comer al ... menos tres veces al día, uno cogería las de Villadiego a un pueblo perdido de la Alpujarra o de Bután y se dedicaría a la meditación ascética y a perderse entre las hojas de los libros. Incluso a esperar, como un mal necesario, que un meteorito consumase la sexta extinción del planeta y los marcadores se pusieran a cero de una vez para la Humanidad.
Porque resulta descorazonador el nivel de estulticia que nos acecha en progresión geométrica, desde el veganismo orgánico hasta ese disparate del terraplanismo, gracias al cual un fulano se dejó el otro día los sesos a bordo de un cohete casero. En fin.
Y estos días está resultando complicado sacudirse la perplejidad con esto del coronavirus. Bastó con que un tipo apareciese en televisión con una de esas mascarillas que en teoría evitan el contagio para que todos en manada nos hayamos lanzado a las farmacias hasta esquilmar las existencias. Antes de tener todos los datos, por supuesto. Porque hubiera sido suficiente con observar una cifra: las muertes por coronavirus en todo el mundo no llegan a las 3.000. La gripe común mata cada año en España a 6.300 personas. Pero no, aquí nos da el pánico antes que la fiebre, el rumor antes que los hechos... y así todo.
Y miren que, en realidad, poco sorprende en esta sociedad líquida donde impera lo superfluo y apenas una minoría lee más allá de los 140 caracteres y de los resúmenes de la telebasura, con programas como ese de las tentaciones, convertido según me dicen en una bacanal en directo; o esa horterada 'millenial' de 'OT', donde el otro día Morente se atrevió a cantar por Bergamín y, claro, provocó un colapso neuronal en el paisanaje del espectáculo para, al momento siguiente, desatar una ola de indignación en quienes siempre están dispuestos a hacerlo cuando la libertad de expresión esgrime lo que ellos detestan.
Qué quieren que les diga. Más que de Wuhan, deberíamos protegernos de esta pandemia de la idiocia. O desaparecer.
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