Un pacto no presidencialista
CARTA DEL DIRECTOR ·
Hoy cumplimos 29 días de confinamiento. Y a la hora de escribir estas líneas, España suma 16.353 muertes oficiales, que son muchas más, hasta ... tres veces más, si nos atenemos a los fallecimientos con sospechas de coronavirus no confirmados. Siguen faltando medios de seguridad personal para los médicos y la población en situación de riesgo y aún no hay, ni habrá en los próximos días, test masivos para luchar contra la propagación del virus. Estos son datos objetivos.
El presidente del Gobierno compareció en el Congreso de los Diputados y 26 días después del inicio del confinamiento pidió un pacto, lealtad y unión. Necesitó 26 días para liderar un gran pacto. Dijo, además, que España es el único país en el que la oposición no apoya al Gobierno. Y en ese sentido, pienso, habría que preguntarse si el Gobierno de España es también el único que no contó con el Congreso al inicio de la crisis, tomando decisiones estratégicas sin ni siquiera comunicárselo a esta oposición 'desleal' o a los presidentes de las comunidades autónomas. En esta misma columna, el 22 de marzo, escribí que Sánchez «debería darse cuenta de que España, más que nunca, necesita un gran pacto que integre a los que quieren trabajar por el país». No había que ser un lince para darse cuenta, al inicio de esta pandemia, de que la única solución era un gran acuerdo. Sánchez lo despreció y ahora clama por una unión que él mismo y su socio de Gobierno, el vicepresidente Iglesias, despreciaron. Con la oposición y con agentes sociales.
El problema es la falta de credibilidad -el propio presidente arrojó datos y aseveraciones falsas en la tribuna del Congreso- y la desconfianza respecto a las verdaderas intenciones del Gobierno, más aún cuando, minutos después de pedir unión, la portavoz del PSOE, Adriana Lastra, se encargó de dinamitar los restos del puente. El problema del Gobierno es que, ni siquiera en estas circunstancia, supedita la política a la gestión.
España está en un gran atolladero y hacen falta líderes dispuestos a ser generosos. La oposición, desde los nacionalismos hasta la derecha, puede sentirse cargada de razones y argumentos, pero es preciso dar un paso al frente para alcanzar un pacto por el futuro de España. La sociedad civil está dando ejemplos de su capacidad de acción y esfuerzo colectivo; ahora falta una clase política a su altura. Y quizá es preciso que cada institución del Estado realice el papel que nuestro modelo de monarquía parlamentaria le otorga. España tiene un Jefe del Estado en la figura del Rey, que simboliza la unidad y permanencia del Estado y que está bajo el control del Poder Legislativo, que corresponde al Congreso y al Senado, y el Poder Ejecutivo, al Gobierno. Hasta ahora, esta crisis se ha gestionado bajo un modelo presidencialista, inexistente en nuestro ordenamiento, que ha fracasado; es el momento de, como decía el propio Sánchez, ponerse a trabajar unidos, con un esfuerzo colectivo, con un objetivo común y en el que cada uno esté en su sitio.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión