Borrar

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Juanma Moreno Bonilla es desde el pasado viernes el nuevo presidente de la Junta de Andalucía, el primer malagueño que ocupa este puesto y también el primer político del Partido Popular. Y llega a San Telmo después de casi 37 años de socialismo, que ha gobernado esta comunidad desde la llegada de la democracia.

Lo que se tenía que ver con la normalidad de la alternancia democrática conlleva indudablemente la excepcionalidad de un cambio de enorme calado tras esos 37 años. No cabe duda de que Andalucía afronta una etapa decisiva y que se debería considerar como una oportunidad. El cambio es el motor del desarrollo e inspira a aquellos convencidos en la necesidad vital de generar estímulos, romper inercias y descubrir oportunidades. Por todo ello, al margen de la sintonía política e ideológica que cada uno pueda tener, hay que plantearse el cambio como una palanca para impulsar un nuevo rumbo en Andalucía, como un revulsivo.

Por obra del voto democrático y de la aritmética parlamentaria, la responsabilidad de esta tarea ha recaído en Moreno Bonilla, que parece atesorar algunas cualidades que le ayudarán sin duda. La mayor virtud del nuevo presidente desde el 2 de diciembre ha sido contener el triunfalismo, mantener la calma y, sobre todo, no cometer errores, que ya es bastante si se tienen en cuenta todas las tensiones durante las negociaciones para conseguir el pacto de investidura. Andalucía necesita hoy un presidente capaz de dialogar, de abrir espacios para el consenso, de favorecer las reformas y de diseñar una nueva Andalucía ligada al progreso, al desarrollo económico y a la defensa de un modelo de convivencia basado en la solidaridad, la igualdad y en la defensa de los más desfavorecidos, pero también en la cultura del esfuerzo, la innovación y la competitividad.

La mejor manera de atraer bienestar y desarrollo es generando talento. Y Andalucía ha demostrado a lo largo de los siglos su extraordinaria creatividad. Andalucía debe sacudirse el polvo y convencerse de que lejos de ser una tierra explotada y sometida es una de las regiones europeas con mayor futuro y más potencialidades. Este cambio cultural sería el mejor legado posible de este nuevo gobierno.

Pero esta tarea se antoja compleja y exigirá generosidad no sólo de los partidos gobernantes, sino de los que están en la oposición y de los que apoyan al gobierno. Y todos, absolutamente todos, dentro del marco que configuran la Constitución y el Estatuto Andaluz.

El mayor regalo que los partidos podrían hacer a los andaluces es no azuzar el miedo o los retrocesos sociales y no convertir el Parlamento de Andalucía en un campo de batalla donde las trincheras sustituyan al diálogo. Todos conocemos el riesgo y los peligros de las noticias falsas, de las fake news, pero también debemos protegernos de la falsa política, de la fake politic, que es aquella que bajo la apariencia de realidad esconde intereses partidistas.

Andalucía se merece una oportunidad. Y el Gobierno de Moreno Bonilla, también. Veremos.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios