'ETA, el final del silencio' es un excepcional documental televisivo que lleva la firma de Jon Sistiaga. El veterano periodista se adentra en las ... entrañas de aquella infamia sin prejuicios y sin el ruido casi siempre confundible de la política, para poner cara a cara a los actores de aquel drama y construir un relato sin paños calientes de aquella atrocidad, algunos de cuyos protagonistas andan ahora por parlamentos y ayuntamientos armados de impunidad moral, como si aquí nada hubiera pasado. Y resulta desolador en ese sentido la ignorancia de las generaciones jóvenes que este documental revela. El 47% de los universitarios vascos no sabe quién fue Miguel Ángel Blanco. De hecho, algunos de ellos ponen verdadera cara de acelga cuando, en el arranque de uno de los episodios de la serie, la víctima de ETA Iñaki García de Arrizabalaga interroga a un grupo de alumnos de la UPV por el concejal de Ermua asesinado. Reviso entonces los manuales de Secundaria de mis hijos y compruebo con estupor que ETA no está más que de manera tangencial en algún epígrafe, que han acabado sabiendo más de aquel terror por lo que les he ido contando que por la escuela.
Y quizá en esta realidad de memorias selectivas construidas a través de los libros de texto; en este olvido consciente diseñado por los pedagogos de cabecera está la respuesta a algunas preguntas que nos surgen los últimos años. No podrán valorar la fragilidad de la paz si no saben el precio que este país ha pagado durante medio siglo de dictadura del miedo. No podrán comprender la magnitud de la gravedad de los actos de unos estudiantes como ellos, que en Cataluña queman las calles al grito de «independencia o barbarie»; no sabrán ver venir una fractura social irreversible si no asimilan que la democracia es sólo una compleja ingeniería de convivencia cuyo único secreto consiste en aceptar las reglas del juego.
Pero, en fin, es difícil ser optimista. Tenemos para consensuar y legislar nuestro sistema educativo a una banda de indocumentados que entienden la enseñanza como una poderosa arma de adoctrinamiento y vuelven en bucle melancólico a la religión y al odio a la concertada cada vez que retoman el debate sobre la reforma educativa. Como si el problema fueran los fondos que sostienen los colegios y no los conocimientos que allí se imparten. Como si fuese normal que los zagales de la UPV del documental de Sistiaga ignoren que, cuando estaban en pañales, al lado de su casa o de su guardería mataban con tiros en la nuca o reventaban las tripas de niños como ellos con coches-bomba y amonal. O, en fin, como si aquí nuestros escolares no conocieran que Andalucía fue Blas Infante, la Bética romana y Al-Andalus, sí; pero también la catástrofe de Aznalcóllar o el 'caso ERE'.
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