Es más fácil ir al médico que a la 'consulta' del funcionario
Las administraciones públicas siguen manteniendo el modelo de atención al público de la pandemia, pese a que por fortuna la crisis del Covid ya ha ... pasado a la historia. Sin embargo, no se sabe muy bien por qué, se sigue tratando a los ciudadanos como a borregos, sujetos a unos horarios y a unas normas para conseguir una cita que atentan contra la derechos de las personas, que en este país, y con la Constitución en la mano, debería tener facilidad para acceder a las administraciones para llevar a cabo sus trámites. Y está pasando lo contrario, pues se ha organizado todo en favor de los funcionarios, en vez de los ciudadanos. Todo se hace en nombre de la mejor organización, pero a la hora de la verdad los usuarios no tienen facilidad para conseguir la ansiada cita previa. Sobre todo, las personas mayores, que no tienen por qué tener un teléfono móvil ni mucho menos tener conocimientos informáticos. No es obligatorio en este país tener esta formación, a ver si se enteran de una vez los que organizan las oficinas públicas.
No es de recibo que una persona de edad avanzada vaya a un edificio público y sea el guarda de seguridad (por cierto, a estos profesionales habría que darles un plus como informadores) el que lo despache dándole un papelito en los que tienen que escanear un código QR. ¿De verdad alguien cree que estos ciudadanos saben lo que es un código QR? ¿Por qué los tratan como si fueran unos apestados que no quieren tenerlos en sus oficinas? También hay un teléfono, en el que hay que estar un ratito dándole a las teclas según el servicio al que quiere acudir y después de dar el DNI, el código postal y hablar con la máquina de que los datos son correctos, la llamada termina diciendo que no hay cita disponible. Y te aguantas, que eso es lo que hay. Este periodista lo comprobó el pasado miércoles intentando conseguir una cita en el Instituto de la Seguridad Social.
No me imagino, como decía antes, a las personas mayores pasando ese calvario para hacer una gestión sobre su pensión para que después todo quede en nada. Pero esto no es exclusivo de la Administración del Estado. También pasa en las oficinas del Ayuntamiento de Málaga y de la Junta de Andalucía. Es inaudito que a una persona que paga sus impuestos e incluso los recargos que se imponen por el retraso de alguno (para eso no no rige la cita previa, se impone al momento) se le niegue literalmente el acceso a la oficina pública contraviniendo la Constitución y varias leyes, como acertadamente ha reflejado el Colegio de Abogados de Málaga. El problema está en que se ha instaurado un sistema en el que los funcionarios tienen derecho a estar un par de días en sus casas teletrabajando, sin verle el careto a los 'pesados' contribuyentes que siempre dan más lata de la cuenta.
El trabajo está organizado para satisfacer a los funcionarios en vez de a los ciudadanos
No seré yo quien diga que los empleados públicos son unos vagos, porque sería bastante injusto, aunque no cabe duda de que se trabaja de una manera más cómoda en las casa que en la oficina y a la hora que consideren. Es más, tengo una especial admiración por estos empleados que con su esfuerzo se han ganado una plaza basada de una manera real en los principios de mérito y capacidad demostrada en unas oposiciones. Tienen sus derechos y además hacen bien en pedir lo que les venga en gana. El problema, pues, no está en los empleados públicos, sino en los responsables políticos que son los que tienen que organizar las oficinas públicas. Lo fácil es acceder a lo que le piden los sindicatos para evitarse problemas y huelgas, aunque deberían pensar más en el conjunto de los ciudadanos, en los usuarios de estos servicios que se alejan mucho de poderse apellidar públicos.
Lo lógico es que se vuelva a la situación anterior a la pandemia, en la que los ciudadanos iban a las administraciones, cogían su ticket y esperaban su turno. Sabían que podrían estar toda la mañana, pero su gestión quedaba satisfecha. También puede existir un sistema mixto de cita y presencialidad, pues hay usuarios que no pueden perder toda la mañana a la espera de un turno. Pero en ningún caso puede mantenerse el actual sistema que provoca que sea más fácil ir al médico que a la 'consulta' del funcionario.
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