Más lejos de todo
La repetición de las elecciones ha supuesto un claro retroceso para la izquierda en su conjunto, pero la principal damnificada ha sido Unidas Podemos, que ... pierde siete de sus 42 escaños y no consigue ninguna de las metas que se había planteado.
La formación liderada por Pablo Iglesias llegaba al 10N con el difícil objetivo de obtener un resultado que forzara a Sánchez a contar con ella para un gobierno de coalición y también de convertirse en la tercera fuerza parlamentaria ante el previsible desplome de Ciudadanos. El partido naranja efectivamente se ha desplomado, pero su lugar no lo ha ocupado Unidas Podemos, sino un partido situado en sus antípodas ideológicas.
Con la fallida investidura de Pedro Sánchez, el líder socialista e Iglesias se echaron un pulso que a la luz de los resultados electorales han perdido los dos, pero Iglesias más que Sánchez.
Una de las incógnitas que debían resolver estos comicios era si las bases electorales de Unidas Podemos aprobaban la estrategia seguida por Iglesias tras el 28 de abril. La respuesta es no. Habrá seguramente análisis con más tiempo, pero de una primera lectura de los resultados se deduce que entre los casi cuatro puntos en los que cayó la participación hay muchos votantes de la formación morada.
La pregunta ahora es si Pablo Iglesias asumirá su retroceso y aligerará sus exigencias para permitir un desbloqueo por izquierda, que parece más difícil que hace cinco meses, y también si comenzará a preparar su relevo. En todo caso será un debate de escaso alcance. Primero porque la persona mejor posicionada para sucederlo es su pareja y discípula, pero sobre todo porque las voces críticas que advirtieron de que convertir a Podemos en la Izquierda Unida de los milllennials reduciría necesariamente la base electoral hace tiempo que abandonaron el barco, víctimas de las purgas y del propio hastío. Un goteo de deserciones y de empobrecimiento del debate interno que ha dejado al partido morado huérfano de recambios de fuste.
Seguramente uno de los pocos consuelos que encuentren los partidarios de Iglesias es el fracaso del experimento Errejón, quien de haberse quedado ahora podría estar preparando el relevo.
No ha sido así. El proyecto que tras la estela de los indignados del 15M ilusionó hace sólo cuatro años a más de cinco millones de electores y prometía una renovación profunda de la democracia española transita una lenta pero inexorable agonía.
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