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Con una oposición tan inútil, mires por donde mires, agradezco que la docta casa se haya erigido en sociedad civil contestona. La RAE como oposición al Gobierno es la mejor noticia de los últimos tiempos (además del reencuentro entre Brad Pitt y Jennifer Aniston). Claro que es una oposición a las cosas con las que nos entretiene el Gobierno, no a las importantes, que tampoco tengo muy claro cuáles son. Que aquí, más allá de declarar la emergencia climática como el que dice «guerra a la vulgaridad» para entrar en la fiesta de Licor 43, no se hace mucho más que hablar y azuzar a Vox. Y estos tampoco necesitan que les toquen las palmas para salir a bailar. Vox es el baile de Mira Sorvino, Lisa Kudrow y Alan Cumming en 'Romy y Michelle'.

Por sus partes, la RAE salió a bailar el minué cuando Irene Montero prometió guardar en secreto las deliberaciones del Consejo de Ministras. «Esa fórmula no es gramaticalmente aceptable si en el Gobierno hay ministros varones». Los envenenáis y cuando os quedéis solas podéis soltar esas cosas. A Carmen Calvo le han contestado tomándose su tiempo. Con un informe. Han dicho a la vicepresidenta que no hay necesidad de la 'Barbie Constitución'. El director de la RAE afirmó que el texto constitucional no hay que reformarlo, ya que «gramaticalmente es impecable». Que el uso del masculino genérico es «absolutamente general en español, tanto en la lengua oral como escrita». Lo único que reprocho a la RAE y a su director es que usen tantos adverbios terminados en mente.

Calvo salió enseguida a decir que «avanzar en lenguaje inclusivo no está en las manos de nadie pararlo». Convencida de que sus tonterías son normales en la calle. Pero ese lenguaje, y desde luego no hablo de términos lógicos como abogada o directora, habla más de quien lo utiliza que de lo que esté diciendo, que suele ser la nada.

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