El piso y el presidente
Las viviendas turísticas no pasarán a alquiler de larga duración por mucho que lo diga Pedro Sánchez
Vino el presidente del Gobierno a Málaga en el día del Señor, para decirnos que por su gracia (la de Sánchez) el problema de la ... vivienda ya está resuelto. Vino Pedro, apóstol que no santo, a decir que se habían cargado ocho mil y pico pisos turísticos en la provincia y que ahora se iban a poner (sic) en alquiler de larga duración. Que ya mismo van a estar a disposición de todos aquellos que necesiten un techo, y de paso que vayan formando una fila para besar el anillo de su Sanchidad.
El argumento de que las viviendas vacacionales van a pasar, por milagro socialista, al mercado tradicional es tan inocente que da cierto rubor, por no decir que produce vergüencita ajena. Porque lo que se le olvida al amado líder es que eso ocurrirá... Si sus legítimos titulares quieren. En España, todavía (más o menos) la propiedad privada es sagrada, y como tal el libre albedrío del dueño del bien; así que este hará lo que le dé la santa gana.
Eso engloba una gama de decisiones, con unos cálculos que sólo le corresponde hacer al susodicho. Puede ser que la mantenga en alquiler no vacacional, pero sí de corta estancia, o sea, por meses, que eso todavía se permite, y en ciudades como Málaga tiene un mercado abundante para visitantes, generalmente extranjeros, que vienen a teletrabajar por temporadas.
Otra opción es que se arriesgue a seguir explotando el piso turístico ilegalmente, o sólo para la temporada de verano, que da una rentabilidad suficiente, y tenerlo cerrado el resto del año. Existe un circuito de comercialización fuera de las plataformas más conocidas que todavía escapa al control; y de todas formas, salvo que algún vecino cabreado le denuncie, hay tan pocos inspectores que el riesgo es francamente bajo. En tal caso, esos ingresos, que hasta ahora se declaraban a Hacienda, pasarán a ser dinero B, con lo cual, otra alegría más para todos.
También cabe que el afectado, al ver truncados sus planes de negocio, decida vender, por supuesto al precio del mercado. Así que por esa vía tampoco irá a quien la necesita, sino a quien la pueda pagar, que no es lo mismo casi nunca. O que deje el piso cerrado a cal y canto, en espera de vientos más propicios. De esos hay varios miles en Málaga, porque mucha gente, con razón, tiene miedo a los inquiokupas.
Y por último, habrá un porcentaje que sí se convencerá para ofrecerlo en alquiler de larga estancia. Pero estos últimos, les aseguro que no serán ni mucho menos esos 8.000 del presidente. Porque por mucho que Sánchez quiera, la gente en España, todavía, tiene derecho a hacer con sus propiedades lo que les dé la santa gana.
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