Como guiri por su casa
Muchos malagueños conocen las maravillas de otros sitios; casi nadie, las de su propia ciudad
Mi mujer y yo aprovechamos la visita de amigos de fuera para hacer el guiri por nuestra casa, o sea, para hacer turismo y ver ... Málaga con ojos de forastero. En esta reciente ocasión, la ruta ha encontrado la mejor panorámica en el Parador de Gibralfaro; seguida de espetos en el caletero chiringuito Picasso, grandes vinos y mejores viandas en la Odisea de La Coracha y el Tinglao de Lagunillas... Ambos dos, dicho sea de paso, ejemplos vivos de unos barrios (o lo que queda de ellos) que son el máximo símbolo de la autenticidad en vías de extinción.
También hubo parada y fonda en el viejo Café Negro de Alcazabilla, que siempre ha sido un lugar muy querido para la canalla periodística. Y por supuesto, playa, que menudo fin de semana de verano hemos pasado. Pero, como les digo, siempre que tenemos visita nos gusta meter entre col y col, lechuga. O lo que es lo mismo: entre dos estaciones de barra o mesa, al menos que haya una cultural. Así fue como asistimos a la exposición de los Alba en el Palacio del Obispo. Aunque en esta ocasión como anfitriones, la estrella de nuestra faceta ilustrada fue la visita al Cementerio Inglés, en La Malagueta. Contratamos una visita guiada y tuvimos la suerte de que nos acompañara Lydia Martín, una joven historiadora malagueña que nos ayudó a descubrir desde sus cimientos un lugar que está en las raíces mismas de nuestra cultura, cargado de guiños a nuestro pasado reciente...
Lo cierto es que en la visita éramos sólo seis, y una vez allí, aparte de los fieles anglicanos que habían ido a misa y a un funeral (pues el cementerio está muy vivo, y no es oxímoron), me dio pena ver tan escasos visitantes en un lugar, como digo, tan interesante. De entre los pocos, al menos sí que había dos chicos muy jóvenes, que iban de acá para allá con su guía y parecían sabérselo de memoria, no sé si por devoción o por frikismo. Por lo demás, algunos turistas, que supongo que espacios como este adolecen de escasa promoción, comparados con otros que están más mimados.
Viene toda esta perorata a cuenta del desinterés que los malagueños, en general, demostramos por conocer nuestro patrimonio y nuestra cultura. Que muchos golpes de pecho, mucho fútbol y chau chau del barato; pero a la hora de la verdad, la inmensa mayoría no ha visitado nunca la Catedral ni la Alcazaba ni el museo Picasso ni el de la Aduana. No digamos ya referencias más periféricas, como esta del cementerio, o el de San Miguel o el jardín botánico. Muchos viajan y conocen las maravillas de otros sitios. Casi nadie, las de su propia ciudad...
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