El hyperloop y nosotros
Sin ir más lejos ·
Lo que en España nos hundiría es agitar las boinas autonómicas en el proyectoSi a un malagueño de los que asistían perplejos a la llegada del AVE a Sevilla en 1992 le llegan a decir que 25 años ... después la alta velocidad entraría en la estación de Málaga, se habría encogido de hombros, escéptico, aunque no tanto como los granadinos, que llevan tres años sin tren, los aragoneses que tienen AVE a velocidad de tractor o los extremeños que miran a Teruel porque quieren existir aunque sea ferroviariamente. Le pasa también a la Costa del Sol, y es que la velocidad política del tren sigue instalada en el siglo pasado. El AVE cambió Málaga tras un largo recorrido de promesas, estudios y retrasos, pero la Costa del Sol sigue esperando como si sus urgencias las hubiera hecho invisibles la gran obra que empezó el PP e inauguró, 1.200 millones de euros mediante, Zapatero. El golpe de modernidad tuvo muchos padres y una madre -la ministra Magdalena Álvarez- y sacó a Málaga del arrabal peninsular. Se resolvió una necesidad evidente, pero era el tiempo en que del café para todos se pasó a un AVE para casi todo. El presupuesto, como si fuera un mapa, todo lo soportaba. Se hicieron 77 kilómetros del trazado para el AVE entre Pedrera y Antequera. La obra se paró y 280 millones de euros quedaron arrumbados, como también aquel proyecto de anillo ferroviario para pruebas de alta velocidad que fracasó por falta de interés privado y exceso de alarmismo local. De dos apuestas públicas fallidas toma buena nota ahora el proyecto Hyperloop, ese híbrido de avión y tren que lleva en la cabeza de los físicos más de un siglo y que desde el pasado agosto ha hecho escala en Antequera con Virgin Hyperloop One, uno de los consorcios que en el mundo se proponen convertir el AVE en antigualla. El reto lanzado en 2012 por Elon Musk, el hombre que también quiere hacer de Marte un barrio terrícola, levanta pasión tecnológica y también las cejas de inversores. Es un empeño formidable del que se saben sus ventajas y sus retos, pero no les pidamos a los ingenieros de todo el mundo que han sacado billete en este inédito y gigantesco espacio de colaboración que dejen de levitar con el sueño si comercialmente no resultara viable. Con ese reto superado, lo que en España nos hundiría es agitar las boinas autonómicas en una guerra del hyperloop. En la Universidad de Valencia hay un grupo de investigación que desarrolla la cápsula, y acaricia un campo de ensayos en Sagunto mientras con el rabillo del ojo mira a las plataformas del AVE fallido de Pedrera. En Algeciras se acaba de presentar el prototipo de cápsula del hyperloop de otro consorcio, que hará ensayos en Toulouse. No sabemos a qué se apuntaría Julio Verne, pero seguramente, al no tratarse de ferrocarriles de vía estrella tampoco en Bobadilla, a que las iniciativas con sello español hagan números y piensen en ir compartiendo vagón. Hay aquí poca tecnofantasía. Juan Roig, el dueño de Mercadona, que lidera el día a día del corredor mediterráneo, no pierde de vista el futuro, esos cinco jóvenes ingenieros de Valencia a los que ayuda económicamente.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión