El gasto militar
Llama la atención que algunos asuman con toda normalidad que Trump, con su peculiar estilo, exija a los estados integrados en la OTAN, que destinen ... el 5% de su PIB a gasto militar. Al igual que pasó con la amenaza de aranceles (que han tensionado gravemente la estructura económica internacional), la ausencia de una razón técnica que avale el planteamiento de este brutal aumento del gasto militar no impide al mandatario estadounidense marcar el ritmo de todos los socios de la OTAN, lo que pasa por haber delegado nuestra defensa y la europea en esta inmensa maquinaria militar, que más allá de la solvencia profesional de los ejércitos nacionales que la sirven, refleja a las claras que los europeos no tenemos ninguna autonomía desde el punto de vista militar, lo que hace inviable acciones propias al margen de los intereses de Washington.
La UCD nos metió en la OTAN a finales de 1981, ganando el PSOE las elecciones al año siguiente con la promesa de una consulta sobre la permanencia, pasando del «OTAN, de entrada no», a una defensa a ultranza de la permanencia en la Alianza por parte del gobierno socialista, que no tuvo empacho en hacer uso de todo el aparato del Estado para cambiar una inicial postura crítica de la población, ganando para el 'sí' el referéndum convocado en 1986. La incorporación a la estructura militar integrada viene en 1997 con Aznar, y de la reducción progresiva de la presencia militar de EEUU en España, hemos pasado a un incremento importante de efectivos en las bases de Rota (Cádiz) y Morón (Sevilla) contemplados en el Convenio bilateral firmado en julio de 2015.
¿Cuál es la causa de esa exigencia de aumento de gasto militar? Resulta evidente que no es la integridad territorial de Ucrania, como aviso a navegantes de los demás europeos. A Trump esto le importa poco, hasta el punto de asumir el reconocimiento de hechos consumados (Rusia se queda con Crimea y las zonas Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia), y no cabe duda que lo hace para obtener beneficios, entre los que pueden estar un régimen preferente para EEUU en la explotación de minerales en Siberia (de ahí la grosera actitud del presidente de EEUU con Zelenski en el despacho oval). La principal beneficiada por esta escalada del gasto militar es la industria de armamentos, que ha encontrado en el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, a su más fiel servidor. El viejo paladín de los recortes en gasto público social, convertido ahora en acérrimo defensor del aumento de gasto público, pero el militar. Y con tragaderas amplias como para mandar este martes a Trump un mensaje en unos términos que definen a un pelele: «Donald, tú nos has dirigido a la realidad, no has hecho ver la realidad de este momento tan importante para América, para Europa y para el mundo. Vas a lograr algo que ningún otro presidente de Estados Unidos ha podido hacer en décadas». Lo de siempre, despiadado con los débiles, rastrero con los poderosos.
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