La franja de Moncloa
La izquierda radical convierte su propaganda en tierra firme y sus mentiras en ríos navegables. Levanta ínsulas imaginarias como si de refugios ideológicos se trataran. ... Pedro Sánchez, con sus problemas de geografía personal, nos regala su nueva franja de Moncloa.
La semana acaba con una ventana de esperanza. En Gaza e Israel se festeja el alto el fuego. El plan de paz de Trump es una apuesta de resultado incierto en un conflicto que nadie ha conseguido solucionar en un siglo, pero en estos momentos es la oportunidad más seria que han tenido los palestinos, los países árabes e Israel para darse una oportunidad de convivir. Incluso Hamás habla del «fin de la guerra de Gaza». ¿Por qué la izquierda radical española no festeja esta oportunidad real para la paz? Su tristeza revela que su preocupación por Gaza ha sido sólo una excusa, un medio para socavar la legitimidad democrática de sus adversarios políticos. El hecho diferencial en España con respeto al resto de países occidentales es que el Gobierno se puso al frente de la manifestación, con los ministros compitiendo por liderar las críticas a Israel, y sus socios de gobierno y parlamentarios mostrando su antisemitismo sin disimulo. El estruendo de los escándalos de corrupción en el PSOE y las causas judiciales que cercan al entorno del presidente del Gobierno, debían ser silenciados con el supuesto embargo a Israel, el boicot a la Vuelta, Eurovisión, la flotilla, las huelgas de estudiantes, las algaradas en las calles y la crítica de Rufián a la cabra de la Legión. Semanas antes, el ministro Albares escribía su peor discurso para que el Rey lo leyera en la ONU, mientras EE UU trabajaba con Israel y los Países Árabes en el plan de paz que ahora conocemos y, que por supuesto, él desconocía. La propaganda en este caso ha sido derrotada por la diplomacia real. Por las reacciones de los líderes de nuestra izquierda radical, parece que hemos pasado de su 'no a la guerra' a su 'no a la paz'. Yolanda Díaz en su papel de más Hamás que sus propios dirigentes, les ordena a los palestinos cómo deben proceder en estos complejos momentos. El Sindicato de Estudiantes sigue a lo suyo y declara que «el plan de Trump y Netanyahu es una farsa que legitima el genocidio».
En su huida hacia adelante, la izquierda levanta un nuevo muro para custodiar los confines de la nueva franja de Moncloa, un cordón sanitario perpetuo que mantenga a Sánchez a salvo del escrutinio implacable de la Historia. Recuerdo al poeta Juan Manuel Uría: «La edad no cura la estupidez, solo la arruga un poco».
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