Cuando era pequeña pensaba que el nombramiento de la juez Sandra Day O'Connor por Ronald Reagan (primera mujer en el Tribunal Supremo) iba a ... ser una catástrofe para los derechos y libertades. Aunque yo vivía en Murcia, como Alvy Singer en Brooklyn, así que si el universo se expandía me daba igual. Luego la juez O'Connor no fue tan conservadora. Ha sido una jurista magnífica, una persona sensata sin otro sometimiento que a la ley. Votó a favor del derecho al aborto y los derechos de los homosexuales. Quizá Reagan pensaba otras cosas. Ahora el Constitucional de Polonia considera ilegal el aborto en casos de malformación. Ni que estuviera Gallardón.
Ruth Bader Ginsburg hablaba muy bien de Sandra Day O'Connor, que se retiró en 2005. Ruth Bader Ginsburg no consintió hacerlo cuando Obama se lo pidió. La última juez nombrada por Trump ha sido Amy Comey Barret. La he visto jurar con su marido (el que se encarga de los niños), Trump y Clarence Thomas. Antes Amy que el baboso de Clarence Thomas. Ya veremos a dónde llega en su desempeño eso de ser originalista. Lo mismo a donde llega la ley.
De mayor veo a la fiscal general del Estado con esmoquin en la fiesta de PerroJota (así se llama un perro de Ágatha Ruiz de la Prada). Illa, con todas sus eles, también estaba. Veo a la Fiscalía renunciando a recurrir la absolución del mayor Trapero. O instando a inadmitir la querella presentada ante el Supremo contra Ábalos por el 'Delcygate'. Además de oponerse a todas las querellas contra el Gobierno por la gestión de la pandemia. Decía Fernando Fernán Gómez que a los españoles no se nos da bien cine. De cómo se nos da la separación de poderes, ni hablamos.
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