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Fiebre del sábado noche

Las ganas por disfrutar, por gozar, por vivir, en una palabra, no deben estar reñidas con la responsabilidad

Miércoles, 12 de mayo 2021, 07:40

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Hoy que la vida se consume a borbotones, entre virus, vacunas, ruina y miseria, uno se da cuenta del valor incalculable que tiene la alegría ... cuando es sinónimo de libertad, de desahogo, de alivio, de esparcimiento. El sábado viví in situ la explosión de algarabía que supone desprenderse del reloj y comprobar cómo se detiene el tiempo al compás de la diversión. El Centro de Málaga bullía como otrora, la felicidad se incrustaba por los anhelados rincones de restaurantes y discotecas y la dicha era compartida por amigos que hacían mucho que no tenían nada que celebrar, al menos en común. La amistad nunca se llega a perder, pero sin el contacto aunque sea visual suena vacuo. Pronto llegarán los abrazos necesarios para candar el afecto. Aún estamos sometidos al látigo del horario nocturno en cuanto al ocio mayor, el de ese baile desprendido y desinteresado como forma de evasión. Pero al menos ha desaparecido esa alerta en forma de azote que te obligaba a regresar a casa antes del deseo irrefrenable de combatir la rutina. La vida es maravillosa porque engloba conceptos endogámicos como trabajo y jolgorio cuando éstos se complementan a la perfección. Se puede, se debe, hacer todo y entonces aparece una palabra maravillosa: fantasía.

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