El feminismo radical y el discurso de odio
VOLTAJE ·
Dentro de 10 o 15 años, muchas feministas se avergonzarán de su discurso contra los derechos de las personas 'trans'Justocuando se acerca el día dedicado a los derechos del colectivo LGTBI, el Gobierno de España anuncia el desbloqueo de la 'ley trans'. Después de ... un arduo debate interno, el texto definitivo promoverá una ampliación de los derechos para las personas transexuales, castigará con dureza la discriminación a este colectivo y simplificará el proceso para la autodeterminación de la identidad individual. Se trata de una ley similar a la que lleva varios años vigente en Andalucía sin que se haya acabado el mundo y sin que las mujeres hayan dejado de ser mujeres. Sin embargo, en contraposición a lo que debería ser una alegría en lo que se refiere al avance de derechos, se ha generado una lamentable oposición de la autodenominada 'Confluencia Movimiento Feminista' que considera que los hombres van a ocupar su espacio y ha convocado una manifestación ultra para este fin de semana que me recuerda a la que organizó la derecha en contra del matrimonio homosexual. Este sector vetusto del feminismo ve amenazado su espacio de poder porque temen que el avance de derechos trans suponga «un retroceso en la protección de los derechos de las mujeres» y denuncian por ejemplo que, con la nueva ley, «se imponen multas de hasta 150.000 euros a quienes se equivoquen en el uso de los pronombres». Todo esto sería divertido si no fuera porque la revuelta proviene de un sector que ha luchado justamente contra lo que ahora están imitando.
Esta corriente de feminismo es insensible con los derechos de las personas transexuales. Algunas se refieren a las mujeres trans en masculino, convirtiendo la feminidad en un club privado en el que solo tienen cabida argumentos de la genitalidad. Quieren capitalizar un discurso de género que no le corresponde, rechazando la eliminación del diagnóstico médico para tratar la transexualidad como si fuera una patología, negando el derecho de cualquier persona a la definición de su identidad, y poniendo en tela de juicio la existencia de la infancia trans. El odio corre por la sangre de la facción de las TERF, acrónimo que en su traducción significa «Feminista radical trans excluyente», representado por un buen número de feministas clásicas; el resto de la sociedad contempla con asombro y tristeza que antiguas hermanas de la lucha LGTB hagan suyo un discurso de odio ligado al patriarcado contra el que dicen defenderse. Cuando dentro de 10 o 15 años vean las opiniones que están diciendo ahora, se morirán de la vergüenza. Ojalá se produzca una profunda reflexión en esta sección del feminismo, que no sabe el daño que hace a las mujeres y a los hombres trans (cuya existencia derrumba su discurso), y lo mal que está quedando con quienes han considerado que su lucha, la de las mujeres, era la de todos.
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